Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2021

LA COMPASIÓN COMO VIRTUD CÍVICA

Llegados a este final de 2021, cuando la pandemia lejos de desaparecer se reinventa y sigue alimentado miedos e incertidumbres, no dejo de preguntarme si efectivamente hemos aprendido alguna de las lecciones que hace ya más de un año el confinamiento puso sobre la mesa de unos Estados sociales reducidos a la mínima expresión y de unos sistemas constitucionales sin el nervio esencial de la ética ciudadana de la responsabilidad. Mi natural optimismo decae ante el avance de los discursos reaccionarios y de los odios alimentados por las redes sociales y las burbujas desde las que cada uno, reconcentrado en su ombligo, es incapaz de tender puentes. De escuchar al otro y a la otra, de conversar, de tejer el tapiz plural sin el que las democracias están condenadas a ser un mero simulacro.   En plena euforia navideña, en la que más que nunca ciframos la felicidad en la realización efectiva de nuestros deseos individuales –la tan vindicada libertad "a la madrileña" -, somos ajenos más

FUE LA MANO DE DIOS: Dolor y gloria heterosexuales

Hay en el cine de Paolo Sorrentino unas apuestas estéticas, y que al mismo tiempo son narrativas, que a mí me cautivan, por más que me sienta muy lejos de su universo y sea evidente el lastre de la mirada heteronormativa, y con frecuencia muy machista, con la que retrata a sus personajes masculinos y sobre todo femeninos. Es evidente que al director le interesan sobre todo los hombres, en muchos casos elevados a la categoría de dioses, y que las mujeres son en todo caso seres accesorios y, ante todo, portadoras de una belleza erotizada. Tal vez el hilo que mejor recorre toda su cinematografía sea el de unas masculinidades sagradas, en su apogeo o en crisis, y la concepción de las mujeres y de lo femenino como una suerte de paraíso. No es de extrañar pues que sus obras estén llenas de madres, putas, modelos, amantes, monjas o féminas que rayan la locura.  Fue la mano de Dios confirma esas apuestas y se convierte en la película menos manierista de Sorrentino. El relato autobiográfico del

EL JUEZ PIÑAR COMO SÍNTOMA

  El reciente Auto que ha negado la libertad a Juana Rivas, y que se suma una larga lista de decisiones cuestionables en un proceso que podríamos estudiar en las Facultades de Derecho como referente de lo que no se debe hacer,   nos demuestra cómo la Justicia sigue tratando con frecuencia a las mujeres   como “menores de edad” y cómo es uno de esos espacios en los que, como bien explicaba hace unos días Miguel Lorente, se activan mecanismos reactivos cuando una de ellas se atreve a desafiar la lógica patriarcal. En este sentido, deberíamos recordar que en las dos ocasiones que el Comité CEDAW ha condenado al Estado español, las Decisiones insistieron en la falta de formación de nuestros operadores jurídicos en perspectiva de género y en las consecuencias que ello tenía en la efectividad del derecho de las mujeres a acceder a la justicia. Es evidente que a estas alturas, y a pesar de los mandatos internacionales que son Derecho interno una vez ratificados por España (art. 96 CE) y herra

LA HIJA: De maternidades, deseos y violencias

Si por algo se caracteriza la que algunas compañeras llaman ya cuarta ola feminista es por haber puesto sobre la mesa cómo el patriarcado, ahora en provechosa alianza con el neoliberalismo, se inscribe, por usar una expresión de Rita Segato, en el cuerpo de las mujeres. Tal y como lo evidencian, de forma dramática, las múltiples violencias que los hombres ejercemos sobre ellas, explotando sus capacidades y prorrogando la máxima que las educó en cuanto "seres para otros". Gracias a la presión del movimiento feminista, hoy las violencias sexuales están en el centro del debate social, político y jurídico, de la misma manera que se extiende y consolida la posición abolicionista de la prostitución, en cuanto que es la mayor y más firme expresión de un régimen de poder de nosotros sobre las mujeres. De ahí que entienda que la también cada vez mayor reflexión crítica sobre las masculinidades tenga que ser principalmente política. Porque estamos hablando de un estatus de dominio, el

EL PODER DEL PERRO: La masculinidad atormentada

  Phil es uno de esos hombres que con cada gesto, con cada paso, con cada palabra, con cada actitud, parece estar queriendo dejar claro que es un hombre de verdad. Un fiel cumplidor de las expectativas de género y, por tanto, un magnífico actor de la puesta en escena que acaba siendo la masculinidad. Los mandatos de dureza y de autocontrol hacen de él un individuo en guerra contra sí mismo y, por tanto, también en parte, con los demás. El poso de sensibilidad que en él cuesta tanto trabajo adivinar, por más que tengamos el dato de su formación clásica – tal vez les hable a las reses en griego o en latín, cuentan de él para burlarse - y por más que intuyamos que su mirada puede ver lo que otros no ven, es una suerte de remolino interior que lo mantiene siempre en tensión. Ocultando y ocultándose. Armarizado en su cuerpo de cowboy que encuentra en la suciedad y en la soledad una especie de disfraz con el que protegerse de los otros. El personaje de Phil es un heredero de John Wayne atrav

25N: Dónde estamos los hombres

  Hace unos días seguí escalofriado el testimonio de la chica que fue violada hace un año y medio en Manresa. Contaba las dramáticas secuelas que la agresión le había provocado. Me llamó la atención que subrayara cómo sentía fobia hacia los hombres y que incluso sentía miedo cuando estaba con los de su familia. Ante realidades tan dramáticas como ésta, me pregunto dónde estamos los hombres, hasta qué punto seguimos sin sentirnos interpelados por todo lo que sufren las mujeres como consecuencia de la cultura machista que a nosotros nos otorga un lugar dominante. Me preocupa que una gran mayoría siga pensando que las violencias patriarcales son algo ajeno a nosotros y en las que no tenemos ningún tipo de responsabilidad, por más que lógicamente no seamos los directamente responsables de cada agresión o maltrato. Todos, todos sin excepción, incluidos quienes estamos concienciados de que éste es un problema estructural que tiene que ver con el desigual poder que el género nos otorga a unos

4 DE CADA 5 HOMBRES JÓVENES

  Según el barómetro 'Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja', elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, y hecho público hace un mes, uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años niegan la existencia de la violencia de género y creen que se trata de un «invento ideológico». Además, los varones que piensan que la violencia de género es un problema social más grave son menos que los que así lo creían hace unos años. Si en 2017 el porcentaje de chicos que lo pensaban era del 54,2%, en 2021 apenas se supera el 50%. En las chicas, por el contrario, aumenta el porcentaje que tiene esta percepción y pasa del 72,4% en 2017 al 74,2% en 2021.   Estos datos no son más que el reflejo de una reacción masculina, que detectamos iracunda y con frecuencia violenta en las redes sociales, frente a los avances de igualdad y muy especialmente frente al protagonismo púb

VIDA PERFECTA 2. O de cómo Caperucita cambió el final del cuento

Cuando se plantea por qué es necesario que haya más mujeres creadoras, con visibilidad y reconocimiento de autoridad, no es solo por una cuestión de justicia numérica, que también, sino porque sin sus miradas seguiremos teniendo una fotografía parcial y sesgada de la realidad. La que durante siglos hemos monopolizado los varones desde el entendimiento de que solo nosotros representamos lo universal y que, por tanto, la Humanidad se define según nuestros intereses, deseos y necesidades. Que haya cada vez más mujeres construyendo relatos permite romper con esa injusticia epistemológica y, al mismo tiempo, se convierte en una oportunidad magnífica para que los hombres, tan ensimismados y descuidados, empecemos a mirar lo que miran los mujeres, parafraseando a la gran Siri Hustvedt, y de esa manera, ojalá, comencemos a desarrollar la empatía que nos sigue faltando cuando con muchas dificultades vemos a las mujeres como personas. De ahí la urgencia de que nosotros, tan acostumbrados a creer

AMA: La madre imperfecta

Pepa no es una buena madre. Es una de esas mujeres que parecen condenadas a estar en las afueras, en lucha consigo misma, prisionera de una vulnerabilidad extrema que a duras penas consigue disimular. Pepa es mucho más frágil de lo que parece. Aunque no sabemos apenas nada de su recorrido vital, intuimos luchas, precipicios y errores. El precio de la libertad en un mundo que no está hecho a imagen y semejanza de las mujeres.   Pepa no responde a las expectativas y por eso es permanentemente expulsada a los márgenes. Su cuerpo es el una amazona que ni siquiera puede ya tensar el brazo para lanzar una flecha.    Pepa sin techo ni comida. Sin un contrato que llevarse a la boca. Solo un bocadillo de embutido barato en la arena de la playa. Pepa abraza y quiere a su hija. Le duele solo pensar que la pequeña pueda perderse entre la gente. Pepa la quiere aunque no sabe como quererla bien. Como se quiere bien. Quien dicta lo que es el buen y el mal querer.   Pepa se defiende como gata panza ar

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL: Del desprestigio a la irrelevancia

  Hace décadas que el reparto de las instituciones por cuotas de poder es un tema central en la crítica al funcionamiento, siempre necesariamente imperfecto por otra parte, de las democracias de partidos. Lo que la doctrina italiana bautizó como "lottizzazione" ha dado lugar a cientos y de cientos de páginas de constitucionalistas lamentando no solo la muerte de Montesquieu sino también el poder omnímodo de unos partidos convertidos progresivamente en maquinarias que alimentan y reproducen redes de poder. Es decir, lo que podría ser en términos jurídico-constitucionales la traducción de los "pactos juramentados entre varones" con los de que de manera tan clarividente Celia Amorós nos explica cómo funciona el patriarcado. Unos pactos entre caballeros – lo de caballeros, con frecuencia, es solo un término simbólico, no ético, que se acaba traduciendo, faltaría más, en que la paridad en las instituciones, como en el caso que nos ocupa, continúe siendo un sueño – que se

LUCAS: Desesperanzada virilidad

Aunque irregular e imperfecta, Lucas es una de esas películas que merece verse porque retrata, con miles de aristas y recovecos,  no solo lo que podríamos identificar como una masculinidad tóxica sino también, en general, los lastres que arrastramos unos hombres habituados a no gestionar bien nuestras emociones, fragilidades y precipicios. La historia del joven Lucas, del que solo sabemos al principio que ha perdido a su padre, que tiene una lesión en una pierna y que vive en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, y de cómo se ve abocado - la libertad de elección no existe - a ser parte del juego de un depredador sexual, nos plantea las dos grandes cuestiones que como varones deberían ocuparnos y preocuparnos. Una va de la mano de la otra. Y las dos, más allá de que nacen e inciden en lo personal, tienen proyección en lo social, en lo colectivo. Es decir, estamos hablando de un problema político. La primera no es otra que la toxicidad de un mandato de masculinidad que nos lastra a n

BELÉN GOPEGUI: LA ESPERANZA Y LA CONVERSACIÓN

SUPERNOVA: Amar, cuidar, dejar

Aunque en los últimos años, afortunadamente, se han multiplicado las historias con personajes homosexuales en el cine y en la televisión, si bien es cierto que con un mayor protagonismo de los hombres, como no podía ser de otra manera en un orden que continúa siendo patriarcal y androcéntrico, todavía son más habituales las que ponen el foco en chicos jóvenes o, en el mejor de los casos, en tipos que están en la plenitud de sus vidas y carreras profesionales. Siguen faltando miradas en las que los hombres gais retratados no sean jóvenes, ni burgueses, ni poderosos económicamente, ni atractivos según el canon que manda la cultura pornificada que habitamos. Seguimos sin tener historias, salvo de manera muy excepcional, que nos cuenten cómo viven chicos gais pobres, o del entorno rural, o migrantes, o miembros de culturas o religiones intolerantes o     de quienes viven en contextos sociales y políticos en los que la diversidad continúa siendo un crimen. De ahí que sea de agradecer una pe

HOMBRES DE 50

  Tal vez no he sido tan consciente del paso del tiempo, en el sentido más agónico del atérmino, como cuando hace unas semanas recibí una atenta carta de la Consejería de Salud de mi Comunidad autónoma en la que, al constarles que ya había llegado a los 50, sería conveniente que me hiciera un análisis para descartar el cáncer de colon. Una carta en la que, como si fuera un niño pequeño, me daban todo tipo de instrucciones y facilidades para que, obediente, pasara por el control médico. Algo que a mí siempre, como hombre que sigue aferrado a su masculinidad omnipotente, me ha supuesto un ejercicio incómodo de superación. Yo también soy de esos hombres, y me consta que somos muchos, miedosos ante la enfermedad, cobardes ante las agujas y, lo que es peor, en batalla continua frente a la necesidad de autocuidado que siempre hemos entendido como una especie de menoscabo de nuestra virilidad. Sin embargo, cuando pasas la barrera de los 50, múltiples señales, incluida la publicidad en la que

CARMEN ALBORCH: siempre AL AMPARO DE CARMEN

Hoy, 24 de octubre, que se cumplen tres años ya del fallecimiento de CARMEN ALBORCH, traigo a este blog una parte del capítulo titulado PRIMAS Y MOSQUETERAS, que en el libro Al amparo del feminismo dedicamos a las mujeres amigas de la vida de Amparo Rubiales. A mí me habría gustado haber tenido mucho más tiempo para poder profundizar en mi relación con Carmen Alborch. Nunca olvidaré el día que la conocí en Carmona, en uno de esos cursos que son como una especie de “ejercicios espirituales” feministas. Aunque ya la estaba sacudiendo la enfermedad, estaba bellísima, con esa fuerza que siempre tuvo en los ojos, en las manos, en su pelo rojo.  Cenamos juntos y fue una gozada escucharla, mirarla, disfrutarla. Había en ella una energía especial, de esas que yo no sabría cómo calificar, que se transmitía a toda la mesa. Su risa era contagiosa, decía cosas muy profundas pero con una sencillez aplastante, tenía la capacidad admirable de sentenciar sobre asuntos delicados pero sin provocar tens