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Mostrando entradas de enero, 2020

KOBE BRYANT: UN OBITUARIO INCOMPLETO

El pasado domingo vi la última película de Roman Polanski, titulada aquí de manera absurda  El oficial y el espía , cuando su título original se ajusta mucho más al caso que cuenta:  J`accuse . La película, en la que no sé si el director polaco ha querido valerse del célebre caso Dreyfus para hablar de sí mismo, tiene el pulso de los clásicos y nos hace reflexionar. El disfrute que tuve con el visionado de esta obra de arte no hizo en todo caso que traicionara mi memoria y olvidara el pasado lamentable del director que  en su día agredió sexualmente a una menor . Por más que pueda valorar su cine, nunca podrá ser para mí un referente moral ni uno de seres que admiro porque en sus biografías hay una íntima conexión entre vida y compromiso. Por eso entendí tan bien  la postura de Lucrecia Martel en el pasado Festival de Venecia , que no acudió a la proyección de gala del director.  Poco después de haber salido del cine, empecé a escuchar en la radio  la noticia del fallecimiento

MASCULINIDADES 2020

Mirarnos en el espejo para descubrir la jaula de la virilidad en la que estamos prisioneros y para empezar a ser conscientes de la responsabilidad que tenemos en el mantenimiento de un orden (el patriarcal) y de la cultura (el machismo) que lo sustenta. Es decir, comprender que la desigualdad y las violencias que genera no nos son ajenas.  Asumir que el problema, o al menos parte de él, está en nosotros y que además se proyecta hacia afuera, en la sociedad que habitamos y en las relaciones que mantenemos. Renunciar a los privilegios que nos siguen colocando en una posición muy cómoda y que nos otorgan poder y autoridad por el simple hecho de ser hombres. Desmasculinizar las estructuras de poder y transformarlos en espacios donde mujeres y hombres compartamos el mando y la agenda. Reconocer y hacer visibles las aportaciones intelectuales, artísticas y creativas de las mujeres. Aprender de ellas y con ellas. Inco

EL PIN PARENTAL Y EL DERECHO A LA EDUCACIÓN

La educación en nuestro país siempre ha sido un campo de batalla, tal vez porque se trata no solo de un derecho social fundamental sino también de un derecho político, en la medida en que uno de los fines esenciales de la escuela democrática es preparar a los niños y a las niñas para el ejercicio de la ciudadanía. Es decir, y tal como recoge en el artículo 27.2 de nuestra Constitución, el objetivo de la educación no es solo la transmisión de conocimientos y saberes sino también de los valores y de las herramientas que hacen posible el pleno desarrollo de la personalidad y la garantía efectiva de los derechos humanos. De ahí que, por ejemplo, me pareciera tan censurable la sentencia del Tribunal Constitucional que hace poco más de un año avaló las ayudas públicas a centros que segregan por razón de sexo. Tal y como apuntaba la magistrada María Luisa Balaguer en su voto particular a dicha sentencia, la separación de niños y niñas es incompatible con un modelo educativo que acoge como

CONTRA LOS "CHIRINGUITOS" FEMINISTAS

El tripartito andaluz lo dejó claro desde un primer momento: el feminismo es un enemigo. Para la derecha, y en este caso no caben adjetivos que la centren, los colectivos feministas representan una amenaza porque ponen en cuestión el orden establecido y desafían unas jerarquías que durante siglos han mantenido en el poder a los de siempre. El peligro que muchas y sobre todo muchos ven en el feminismo no es otro que la propuesta que plantea de superación de unas estructuras que han servido, y en gran medida todavía sirven, para consolidar una ciudadanía privilegiada, la masculina, y otra devaluada, la de las mujeres. No se trata, como parecen entender algunos, o al menos no solo, de que haya unos poderes más equilibrados desde el punto de vista del sexo de nuestros representantes, sino que lo que se busca es una revisión de las reglas del juego. Y eso, lógicamente, pone muy nerviosos a los que ven peligrar su omnipotencia. La reciente y sorprendente decisión del Instituto Andalu

LA INOCENCIA: Retrato de una adolescente en el alambre

La adolescencia es un tobogán, un desfiladero, un precipicio sin marcha atrás, el principio de la muerte que llega, la edad en la que cualquier fruta derrama su jugo, como si estuviera a punto de echarse a perder. La adolescencia, en la era de Instagram, es un espectáculo de músculos y labios, un rompecabezas de likes que deja víctimas por el camino, una fiesta que dura 24 horas y en la que la ficción parece la única realidad posible. La adolescencia constituye, como bien dice el tópico, el fin de la inocencia y, en el caso de las mujeres, un tiempo que alimenta la culpa y una baja autoestima. La primera película de Lucía Alemany, escrita por ella y por Laia Soler, retrata con verdad y sin imposturas, aunque el relato a veces se sitúa en lo esquemático, sobre todo en los personajes masculinos, ese filo de la navaja en el que se encuentra una quinceañera de pueblo cuando siente chocar con los barrotes de la jaula las alas que le están saliendo en la espalda.  La historia está nar

LAS LÁGRIMAS DE PABLO

Estamos tan poco acostumbrados a ver a hombres expresando sus emociones, que todavía sigue siendo noticia que uno de nosotros lo haga en público, y no digamos si el varón que se salta la regla ocupa posiciones de poder. Durante siglos, el machismo,que es una cultura y no una conducta, nos enseñó a reprimirnos, a hacerle oídos sordos a lo que bullía dentro de nosotros, a no mostrar debilidad ante nuestros iguales, a ser, en definitiva, hombres de verdad, lo cual no significaba otra cosa que no ser una mujer. Es de esta manera, es decir, como consecuencia de una socialización perversa y que nos preparaba para ser omnipotentes, como nos convertimos, usando palabras de Grayson Perry, en estreñidos emocionales. Este estreñimiento no solo nos hace seres incompletos, sino que también ha contribuido a que proyectemos nuestros fracasos y nuestras debilidades en ira, en violencias y, en general, en relaciones poco saludables con nuestros semejantes y muy en especial con las mujeres. No solo

LAS MUJERES PISARÁN LA LUNA

Hay libros que llegan a tu vida con timidez, como de puntillas, sin ser anunciados ni publicitados, como si colaran sin permiso en tus estanterías y allí, cobijados del frío, esperasen a que tus ojos dieran vida a sus palabras. Fue así como el último libro de  Belén Gopegui  se presentó en mi casa y se instaló, entre pudoroso y discreto, en el rincón en el que suelen estar los volúmenes que tengo por leer. Tuvo que llegar una larga y aburrida tarde navideña para que la autora de  La conquista del aire  y de tantas otras historias que me han removido las entrañas volviera a sentarse a mi lado. Como siempre es ella, de pocas pero firmes palabras, rotunda y sin embargo amable, con esa mirada que siempre me recuerda a la de un animalillo curioso perdido en un bosque. Luciendo, eso sí, la cabellera blanca que a mí siempre me huele a Gaite. Ella pisó la Luna , que es un libro pequeño en cuanto a número de páginas, pero grande por las emociones y las lecciones que encierra, es el texto

LOS HOMBRECITOS Y LAS "MUJERCITAS"

No encuentro mejor manera de empezar el año que reconciliándome con la pantalla grande de un cine, mirándome en el espejo y mirando a través de la ventana, en esa oscuridad compartida en la que por unas horas es posible el milagro de la empatía. Fue así como he empezado este 2020, en una sala casi completa, en la que los hombres nos podíamos contar con los dedos de las manos y en la que mujeres de todas las edades parecían dejarnos claro, una vez más, la pisada fuerte de su inteligencia. He empezado el año, lo confieso,   viendo  Mujercitas . Hace unos días leía un reportaje sobre cómo esta película, de entrada,  generaba el rechazo de muchos varones  ( https://smoda.elpais.com/feminismo/mujercitas-o-la-injusticia-de-marginar-a-las-pelis-de-tias/ ), que de manera inmediata la identificaban como “de mujeres” y muy lejos de lo que ellos entienden por interesante. Se confirmaba así una división del mundo y, con él, de la cultura, en dos esferas separadas que durante siglos nos ha div