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Mostrando entradas de enero, 2016

Sobre el Estado (patriarcal) de Derecho

He de confesar que ni Tom Hanks ni tan siquiera Steven Spielberg son santos de mi devoción cinematográfica, por más que reconozca la capacidad del primero para que el espectador conecte con él y la del segundo para rodar con la maestría de un clásico. Por eso no esperaba excesivas alegrías de su última película juntos. Sin embargo, El puente de los espías me ha sorprendido gratamente, y más allá de los toques tramposos tan habituales en el director de ET o de la visión un tanto maniquea del contexto histórico, por toda la lección que encierra, sobre todo en su primera mitad, sobre lo que podemos considerar derechos fundamentales en un Estado constitucional. El compromiso de Donovan, el abogado que interpreta Hanks, con la comprensión de los derechos de defensa como universales y sustanciales a la dignidad humana, y por lo tanto también aplicables al espía soviético que le toca defender, constituye un ejemplo tremendamente pedagógico de cuál es el mayor tesoro de un Estado de Derecho

SPOTLIGHT: UNA LECCIÓN ÉTICA

Hay películas que deberían ser de visión obligatoria para toda la ciudadanía. Películas que nos dan una auténtica lección en torno a los valores sobre los que, con todas sus sombras, hemos articulado un modelo de convivencia que persigue la justicia y el bienestar de todas y de todos. El cine es, sin duda, una de las mejores herramientas pedagógicas para consolidar la ética cívica sin la que la democracia está herida de muerte. Y lo es porque es capaz de movilizar nuestras emociones, sin las que es imposible generar empatía, reconocimiento del otro, mimbres para la convivencia pacífica de las diferencias. Las buenas películas, que siempre acaban siendo políticas, nos enseñan, entre otras muchas cosas, a situarnos en el complejo mundo de las libertades, donde con demasiada frecuencia los más fuertes se comen a los débiles.  Spotlight es, sin duda, una de esas películas que deberían ver y analizar no solo los profesionales que protagonizan la cinta - es decir, los responsables de

FRANCISCO RIVERA: EL PADRE QUE YO NO QUERRÍA SER

La tan criticada fotografía de Francisco Rivera toreando con su hija pequeña en brazos es la mejor expresión de cómo no deberíamos entender la paternidad y, al mismo tiempo, del modelo de masculinidad que deberíamos superar de una vez por todas. Esa imagen de la hombría ligada al heroísmo, a la capacidad de protección, a la seguridad que proporciona un cuerpo fuerte y entrenado para la lucha, constituye la mayor evidencia de cómo el patriarcado sigue mostrando sus fauces y, en consecuencia, como seguimos construyendo un estereotipo de la virilidad que genera males no solo en la mitad femenina sino también en nosotros mismos. La misma apelación a la tradición que el torero ha realizado para justificar su gesto de machito nos confirma como el orden patriarcal, como toda estructura de poder, necesita reafirmarse sobre los pactos que históricamente han servido para mantener el poder y los privilegios de los varones frente a la subordinación de las mujeres. Para muchos hombres, muy

CÓRDOBA GAYFRIENDLY

Nunca me gustaron los circos. No solo me daban miedo los payasos sino que también me angustiaba ver a tanto animal convertido en pretexto para el espectáculo. Aunque fuera incapaz entonces de racionalizarlo, mis emociones que eran como antenas me estaban diciendo que aquel trato era humillante y que provocaba un dolor que nadie podía o quería nombrar. Ahora, años después, no puedo sino alegrarme por tanto de una decisión municipal que supone un avance progresista, una conquista para los que entendemos que todo ser viviente tiene dignidad y que por tanto nunca ha de ser instrumentalizado y mucho menos en el mercado del ocio en el que gana siempre el más fuerte. En esta Córdoba que con tanta facilidad se pierde en polémicas estériles, me reconforta ver como muy de tarde en tarde la coherencia llega a Capitulares. Todo ello, mientras la ciudad continúa sin rumbo en materia cultural, dejando escapar oportunidades --la última, el Festival de Cine Africano-- y permitiendo que otros lugare

DE MASCULINIDADES SAGRADAS Y TINIEBLAS

Sobre EL CLUB (Pablo Larraín, 2015). "Mientras la masculinidad hegemónica se eleve a la categoría de sagrada y siga siendo la base del ejercicio del poder, mientras el patriarcado sea la ideología sobre la que se sustenta el aparato eclesiástico y la forma organizativa del mismo, volverán a producirse dichos comportamientos criminales contra las personas indefensas: niños, niñas, adolescentes, jóvenes, seminaristas, novicios, mujeres, personas discapacitadas, alumnos, alumnas, etc. Se buscarán métodos más sibilinos, pero las cosas no habrán cambiado." JUAN JOSÉ TAMAYO, Pederastia y masculinidad sagrada  ( http://www.lupaprotestante.com/blog/pederastia-y-masculinidad-sagrada/) Hay películas que te golpean el estómago y te dejan casi sin respiración, que necesitas digerirlas poco a poco, mientras va recolocando en tu interior todas la piezas que han sido removidas. Supongo que esa es la diferencia entre una buena y una mala película, al menos para mí.   El club  es

MASCULINIDADES, GÉNERO Y CINE

Tal vez como algunos de los protagonistas de la película  Una pistola en cada mano , de Cesc Gay ,  a estas alturas algunos hombres estamos  descubriendo que tenemos “género” , es decir, que hemos llegado a  ser  no porque la Naturaleza haya impreso en nosotros un determinado carácter sino porque hemos sido socializados bajo una cultura patriarcal que nos marcaba el camino a seguir. Haciendo nuestro el clásico de Simone de Beauvoir, los hombres, al igual que las mujeres, no nacemos sino que nos hacemos . Lo que ocurre es que, a diferencia de ellas, hemos sido la parte privilegiada del “contrato social”, los sujetos activos del poder y de los derechos, de ahí que no hayamos tenido históricamente la necesidad de cuestionarnos nuestro lugar en el mundo. Algo que las mujeres llevan haciendo siglos, lo cual ha generado no solo un movimiento político y social, sino todo un marco teórico – el feminismo – que es una propuesta crítica y emancipación. Los hombres debemos empezar a mirarnos

LOS OBISPOS Y EL AMOR

La libertad de expresión es sin duda uno de los valores esenciales de la democracia. Ahora bien, como todo derecho fundamental tiene también sus límites. De otra manera sería imposible la convivencia armónica de la libertad, la igualdad y el pluralismo. El respeto a la dignidad de los demás y, por tanto, la garantía de la igualdad como reconocimiento de las diferencias, debe actuar como límite en un mercado de las ideas en el que no todo vale o en el que, como mínimo, no todo puede valer igual. Las líneas rojas son marcadas por las normas penales, las cuales expresan con rotundidad el peso de unos valores constitucionales sin los que no sería posible la paz social. En este sentido, nuestro Código Penal castiga a quienes "fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referente

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Una chaqueta de cuero negro y un flequillo rebelde. La cara llena de espinillas y una sonrisa burlona que no suele malgastar. Sus sueños sobre dos ruedas y una canción de Pablo López y Juanes en su móvil. Unos pies que no dejan de crecer y unos brazos que buscan mi abrazo. Complicidad al oído de niño que deja de serlo y de hombre que todavía no es. Empieza a llover tímidamente en las calles de Córdoba y juntos seguimos construyendo unas emociones para las que no encontramos nombre. Ese adolescente de vientos furiosos y alma de verso camina por mis cuadernos con la soltura de quien lleva a mi lado décadas cuando solo lo está desde hace unos meses. Como si con su bicicleta fuera capaz de recorrer las cuestas de mi carácter y, pese al esfuerzo, le mereciera la pena esperarme al final del camino. Juntos, sin que nos haya costado nada, hemos empezado a rodar una película que no tiene título, esa que me imagino muchos no entenderán dada su limitada visión de los afectos.  Y así, mientr

EL PADRE DE LISA

STEVE JOBS,  Danny Boyle, 2015 Para Oscar, con el deseo de que crezca sin olvidar el peso del corazón. Un drama en tres actos, material humano que Shakespeare habría convertido en tragedia, teatro a la velocidad del cine de Boyle, el retrato de un hombre paradójicamente "fracasado"... Todo eso, y no un biopic al estilo tradicional, es la película Steve Jobs. Aaron Sorkin, el guionista, y Danny Boyle, el director, han seleccionado tres momentos claves en la trayectoria de Jobs- 1984, 1988 y 1998 - para mostrarnos un retrato nada complaciente del que algunos han calificado como un visionario. Coincidiendo con tres presentaciones espectaculares de sus "productos", asistimos a la puesta en escena del alma turbia de un hombre que, en el fondo, no fue sino prisionero de sí mismo. A través de los diálogos que mantiene con personas esenciales en su carrera y en su vida - su directora de marketing, Joanna Hoffman (estupenda Kate Winslet); John Sculley (Jefs Daniels),