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Mostrando entradas de julio, 2020

LA NORMALIDAD NO EXISTE

La normalidad no existe . Ni vieja ni nueva. Los adjetivos no son más que un envoltorio con el que a duras penas se trata de disimular el vacío. Me llevó años entender, y sobre todo asumir, que  todo lo que desde niño yo había entendido como normal no era más que el dictado de lo normativo . Es decir, de lo que desde fuera de mí me imponían quienes tenían el poder.  Normalidad , que viene de norma, implica normatividad ; es decir, sujeción a las reglas que nos uniformizan, que niegan nuestras diferencias, que se alían en nombre del orden y la seguridad, y con tanta frecuencia contra la libertad. Fue así como fui tomando, por ejemplo,  conciencia de género  y me fui quitando, no sin dramas, las máscaras que me definían como hombre: el que durante una larga temporada siempre trató de  responder más a lo que se esperaba de él que a lo que le pedían el cuerpo y el alma. Ahora que estamos viviendo una época en la que nuevas palabras, o bien términos de siempre a los que a

MERCEDES FORMICA: La jurista silenciada

El Derecho, y más en general la Cultura Jurídica, es una de esas maquinarias institucionales y simbólicas mediante las que el patriarcado ha mantenido no solo un determinado orden social sino también una determinada construcción de las subjetividades masculina y femenina. Como le ocurre a todo orden conservador, la desmemoria es una de sus principales aliadas, muy especialmente en todo lo que tiene que ver con las mujeres que, en momentos históricos complicados, tuvieron la valentía de escaparse de la norma. La Cultura jurídica, como en general todas las construcciones e imaginarios hechos a imagen y semejanza nuestra, se ha empeñado siempre en hacer invisibles a las que desafiaron el poder hegemónico. Y todavía hoy, en pleno siglo XXI, y en sociedades formalmente iguales como la nuestra, el Derecho que se sigue enseñando en nuestras Facultades sigue respondiendo a esas reglas del juego. Solo muy excepcionalmente aparecen los nombres y las obras de mujeres en algún manual, en alguna

CARTA A UNA NIÑA NACIDA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Querida Dalia, Te escribo la primera carta que recibirás en tu vida cuando eres una recién llegada a este mundo que justo en este 2020 parece más cercano a una distopía que a ese verano que todas soñamos, en el que yo, por ejemplo, habría estado en tu isla y te habría podido coger en mis brazos. Y habría celebrado con Marga y con Miquel, y con el pequeño Dídac, la alegría de tenerte ya entre nosotros. Pero has llegado a tu isla, a tu trocito de mundo, en un momento en el que todas y todos estamos habitando un largo paréntesis, que se alarga y se alarga, como si anduviéramos por el interior de una cueva y muy, muy al fondo, viéramos la luz de la salida, pero siempre nos quedaran metros por recorrer y nunca llegáramos a ella. Has nacido en un verano en el que como en todos los veranos brilla el sol, el Mediterráneo se enrojece cada atardecer y en las playas, pese a las mascarillas que nos tapan las sonrisas, la vida intenta sobreponerse a los malos augurios. Seguramente cuando

MRS. AMÉRICA: Pasado y presente.

A diferencia de lo que sigue ocurriendo en la gran pantalla, en la que todavía hoy es más complicado que las mujeres puedan contar sus historias y mostrarnos esa parte de la realidad que nuestra mirada androcéntrica continúa negando, las plataformas digitales se han convertido en los últimos años en un espacio en el que por fin podemos encontrar otras narraciones. Estos productos audiovisuales, en muchos casos impulsados y producidos por mujeres, con frecuencia por actrices que de otra manera tendrían muy complicado protagonizar las historias que les interesan, se están de alguna manera incorporando a los debates y a las luchas del feminismo en el siglo XXI. Pensemos en tres series muy recientes, en las que con distintos enfoques hemos visto en la pantalla las consecuencias de un proyecto político que instrumentaliza el cuerpo y las capacidades de las mujeres –  El cuento de la criada-,  la transversalidad de la violencia machista –  Big Little lies –  o la pervivencia de la cultura

PESADILLA DE UNA NOCHE SIN CINES DE VERANO

Supongo que son muchas y muchos quienes como yo, finalizado el estado de alarma y por tanto todas las restricciones deambulatorias que hemos sufrido en los últimos meses, no tienen un especial interés por salir a la calle más allá de lo estrictamente necesario. En mi caso, no se debe solo a lo incómoda que resulta la mascarilla, o a la angustia que me provocan los comportamientos poco cívicos de una parte de la ciudadanía, sino que hay una profunda tristeza de fondo. La derivada no solo de la tragedia vivida y que no ha terminado, sino también de comprobar cómo la ciudad en la que vivo si ya hace un tiempo que estaba moribunda ahora la encuentro en lo más hondo del pozo. No hay más que pasear por un centro a rebosar de locales cerrados, o por una Judería que sin turistas parece convertida en el decorado vacío de un rodaje, para que el optimismo sea incapaz de mantenerse a flote. Mucho menos cuando aprieta el calor y nos encontramos con que ni siquiera podremos disfrutar de los cines