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Mostrando entradas de noviembre, 2021

25N: Dónde estamos los hombres

  Hace unos días seguí escalofriado el testimonio de la chica que fue violada hace un año y medio en Manresa. Contaba las dramáticas secuelas que la agresión le había provocado. Me llamó la atención que subrayara cómo sentía fobia hacia los hombres y que incluso sentía miedo cuando estaba con los de su familia. Ante realidades tan dramáticas como ésta, me pregunto dónde estamos los hombres, hasta qué punto seguimos sin sentirnos interpelados por todo lo que sufren las mujeres como consecuencia de la cultura machista que a nosotros nos otorga un lugar dominante. Me preocupa que una gran mayoría siga pensando que las violencias patriarcales son algo ajeno a nosotros y en las que no tenemos ningún tipo de responsabilidad, por más que lógicamente no seamos los directamente responsables de cada agresión o maltrato. Todos, todos sin excepción, incluidos quienes estamos concienciados de que éste es un problema estructural que tiene que ver con el desigual poder que el género nos otorga a unos

4 DE CADA 5 HOMBRES JÓVENES

  Según el barómetro 'Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja', elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, y hecho público hace un mes, uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años niegan la existencia de la violencia de género y creen que se trata de un «invento ideológico». Además, los varones que piensan que la violencia de género es un problema social más grave son menos que los que así lo creían hace unos años. Si en 2017 el porcentaje de chicos que lo pensaban era del 54,2%, en 2021 apenas se supera el 50%. En las chicas, por el contrario, aumenta el porcentaje que tiene esta percepción y pasa del 72,4% en 2017 al 74,2% en 2021.   Estos datos no son más que el reflejo de una reacción masculina, que detectamos iracunda y con frecuencia violenta en las redes sociales, frente a los avances de igualdad y muy especialmente frente al protagonismo púb

VIDA PERFECTA 2. O de cómo Caperucita cambió el final del cuento

Cuando se plantea por qué es necesario que haya más mujeres creadoras, con visibilidad y reconocimiento de autoridad, no es solo por una cuestión de justicia numérica, que también, sino porque sin sus miradas seguiremos teniendo una fotografía parcial y sesgada de la realidad. La que durante siglos hemos monopolizado los varones desde el entendimiento de que solo nosotros representamos lo universal y que, por tanto, la Humanidad se define según nuestros intereses, deseos y necesidades. Que haya cada vez más mujeres construyendo relatos permite romper con esa injusticia epistemológica y, al mismo tiempo, se convierte en una oportunidad magnífica para que los hombres, tan ensimismados y descuidados, empecemos a mirar lo que miran los mujeres, parafraseando a la gran Siri Hustvedt, y de esa manera, ojalá, comencemos a desarrollar la empatía que nos sigue faltando cuando con muchas dificultades vemos a las mujeres como personas. De ahí la urgencia de que nosotros, tan acostumbrados a creer

AMA: La madre imperfecta

Pepa no es una buena madre. Es una de esas mujeres que parecen condenadas a estar en las afueras, en lucha consigo misma, prisionera de una vulnerabilidad extrema que a duras penas consigue disimular. Pepa es mucho más frágil de lo que parece. Aunque no sabemos apenas nada de su recorrido vital, intuimos luchas, precipicios y errores. El precio de la libertad en un mundo que no está hecho a imagen y semejanza de las mujeres.   Pepa no responde a las expectativas y por eso es permanentemente expulsada a los márgenes. Su cuerpo es el una amazona que ni siquiera puede ya tensar el brazo para lanzar una flecha.    Pepa sin techo ni comida. Sin un contrato que llevarse a la boca. Solo un bocadillo de embutido barato en la arena de la playa. Pepa abraza y quiere a su hija. Le duele solo pensar que la pequeña pueda perderse entre la gente. Pepa la quiere aunque no sabe como quererla bien. Como se quiere bien. Quien dicta lo que es el buen y el mal querer.   Pepa se defiende como gata panza ar

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL: Del desprestigio a la irrelevancia

  Hace décadas que el reparto de las instituciones por cuotas de poder es un tema central en la crítica al funcionamiento, siempre necesariamente imperfecto por otra parte, de las democracias de partidos. Lo que la doctrina italiana bautizó como "lottizzazione" ha dado lugar a cientos y de cientos de páginas de constitucionalistas lamentando no solo la muerte de Montesquieu sino también el poder omnímodo de unos partidos convertidos progresivamente en maquinarias que alimentan y reproducen redes de poder. Es decir, lo que podría ser en términos jurídico-constitucionales la traducción de los "pactos juramentados entre varones" con los de que de manera tan clarividente Celia Amorós nos explica cómo funciona el patriarcado. Unos pactos entre caballeros – lo de caballeros, con frecuencia, es solo un término simbólico, no ético, que se acaba traduciendo, faltaría más, en que la paridad en las instituciones, como en el caso que nos ocupa, continúe siendo un sueño – que se

LUCAS: Desesperanzada virilidad

Aunque irregular e imperfecta, Lucas es una de esas películas que merece verse porque retrata, con miles de aristas y recovecos,  no solo lo que podríamos identificar como una masculinidad tóxica sino también, en general, los lastres que arrastramos unos hombres habituados a no gestionar bien nuestras emociones, fragilidades y precipicios. La historia del joven Lucas, del que solo sabemos al principio que ha perdido a su padre, que tiene una lesión en una pierna y que vive en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, y de cómo se ve abocado - la libertad de elección no existe - a ser parte del juego de un depredador sexual, nos plantea las dos grandes cuestiones que como varones deberían ocuparnos y preocuparnos. Una va de la mano de la otra. Y las dos, más allá de que nacen e inciden en lo personal, tienen proyección en lo social, en lo colectivo. Es decir, estamos hablando de un problema político. La primera no es otra que la toxicidad de un mandato de masculinidad que nos lastra a n

BELÉN GOPEGUI: LA ESPERANZA Y LA CONVERSACIÓN

SUPERNOVA: Amar, cuidar, dejar

Aunque en los últimos años, afortunadamente, se han multiplicado las historias con personajes homosexuales en el cine y en la televisión, si bien es cierto que con un mayor protagonismo de los hombres, como no podía ser de otra manera en un orden que continúa siendo patriarcal y androcéntrico, todavía son más habituales las que ponen el foco en chicos jóvenes o, en el mejor de los casos, en tipos que están en la plenitud de sus vidas y carreras profesionales. Siguen faltando miradas en las que los hombres gais retratados no sean jóvenes, ni burgueses, ni poderosos económicamente, ni atractivos según el canon que manda la cultura pornificada que habitamos. Seguimos sin tener historias, salvo de manera muy excepcional, que nos cuenten cómo viven chicos gais pobres, o del entorno rural, o migrantes, o miembros de culturas o religiones intolerantes o     de quienes viven en contextos sociales y políticos en los que la diversidad continúa siendo un crimen. De ahí que sea de agradecer una pe