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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Carta a los reyes de los países, de las casas y de las calles: a los hombres

Querido Abel, En apenas dos días cumplirás 18 años y te convertirás en ciudadano de pleno derecho. Legalmente habrás superado la minoría de edad, aunque yo sé que todavía, en muchos aspectos, sigues siendo un niño. Un niño/hombre que tiene la gran suerte de vivir en un país democrático, en el que una Constitución te garantiza los derechos fundamentales y en el que nos ha costado mucho consolidar una sociedad pluralista, esa que ahora algunos están poniendo en peligro. Nunca olvides que tus bisabuelas vivieron en una España en la que no podían votar, ni que tus abuelas tenían un DNI en el que decía que se dedicaban a sus labores, ni que tu madre, incluso tu madre, tuvo que pelear mucho para dedicarse a lo que a ella siempre le apasionó. No pierdas de vista que has tenido la suerte de nacer hombre y eso todavía hoy te convierte en un sujeto privilegiado y que nunca va a sufrir las violencias que son producto del machismo. Justamente por eso, ahora que cumples 18, deberías tomar con

HOMBRES DE NOVIEMBRE

Fue en 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Colombia, cuando se decidió marcar el 25 de noviembre como Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, en recuerdo del asesinato de las hermanas Mirabal.  En 1999, Naciones Unidas asumió la jornada que así empezó a tener carácter global. Desde entonces, y lamentablemente, cada mes de noviembre se multiplican los actos y las manifestaciones que nos recuerdan los millones de mujeres que continúan siendo víctimas de violencias machistas. Sin embargo, para mí noviembre tiene la energía renovadora que suponen los comienzos o, como mínimo, la inquietud creativa que supone cerrar un capítulo y abrir otro. Un 23 de noviembre mi madre me parió en Cabra y casi 3 décadas después, y con solo cuatro días de diferencia, mi hijo nació en Córdoba. Casi compartimos pues día de celebración que en los últimos años casi siempre me ha coincidido con algún acto en torno al 25N. En este 2019, en el que yo

LA MASCULINIDAD COMO PROBLEMA

El inicio el próximo lunes del juicio por presunto abuso sexual de una chica en Pozoblanco por parte de cuatro de los integrantes de La Manada de Pamplona hará que volvamos a iluminar una realidad que durante mucho tiempo ha sido invisible. Más allá del debate sobre la urgente reforma del Código Penal, que evite las perversas distinciones entre abuso y agresión sexual, y ante el aumento alarmante de este tipo de delitos ejecutados por varios hombres a la vez, se impone una reflexión seria sobre qué modelo de masculinidad, y a su vez de sexualidad masculina, seguimos alimentando en las sociedades contemporáneas. Porque seguiremos equivocando las estrategias mientras que solo nos fijemos en las víctimas, a las que, por supuesto, hay que proteger y reparar el daño causado, y olvidemos a quienes son responsables de dichas violencias. El único rasgo que comparten los responsables de las múltiples violencias que afectan a la mitad femenina de la ciudadanía es el hecho de ser hombres. Lo

PEDRO Y PABLO: Dos hombres que se abrazan

Los hombres somos poco dados a abrazarnos. O, mejor dicho, en vez de hacerlo nos damos golpes en la espalda, casi avasallamos al otro en vez de acogerlo con nuestros brazos, nos resistimos a que nuestros cuerpos se toquen.  Nuestros abrazos suelen ser una manera de confirmar que somos partes de la fratría. Educados en la huida de lo femenino, procuramos que nuestros afectos no se noten en demasía. Eso sí, nos apretamos las manos con fuerza (con más fuerza cuantas más fotos) y nos golpeamos la espalda para sellar nuestros pactos. Fíjense en cómo nuestras escasas muestras de afectividad en público tienen que ver con la demostración de nuestros logros, de nuestras conquistas, de lo que, habitualmente entre nosotros (ellas siguen siendo “el otro”) acordamos para que de ninguna manera el poder se nos escurra entre los dedos. Así dejamos en evidencia, ante nosotros mismos y ante los demás, que el patriarcado es realmente, como afirma Rosa Mª Rodríguez Magda, un fratriarcado. El abrazo

PARÁSITOS: Violento olor a desigualdad

La desigualdad crea monstruos. Y los monstruos, violencia. Habitamos un mundo en el que se han ido diluyendo los términos medios, los espacios de contención, los lugares en los que era posible un cierto equilibrio. Vivimos en extremos que luchan, con la cabeza llena de pájaros que, en en vez de imaginar, nos llevan a situarnos en trincheras. El capitalismo salvaje nos inyecta deseos en vena y nos convierte en mercenarios. Es fácil venderse al mejor postor, creerse libre aunque solo poseamos el margen de libertad que el mercado nos permite,   desatar las pasiones más humanas en una selva donde solo sobrevive el más listo, el más atrevido, el más ambicioso, el que más y mejor desea. Parásitos, la película con que el coreano Bong Joon-ho nos remueve las tripas,   es una despiadada, cruel y a ratos divertida parábola sobre como hoy sigue estando en vigor lo que, de manera un tanto viejuna para algunos, podríamos llamar lucha de clases. La que sigue provocando chispas entre los só

LA TRINCHERA INFINITA: Memoria, amor y armarios

La memoria democrática es mucho más que desenterrar a Franco y llevarlo al lugar donde siempre tuvo que estar. Implica, en primer lugar, hacer justicia con quienes siguen sin tumba digna y, por tanto, sin un lugar nombrado en la historia. Pero también el derecho a la memoria, porque entiendo que es un derecho sin el que no es posible construir una ciudadanía democrática, supone dar visibilidad a los relatos que nunca la tuvieron, retomar el hilo de tantas historias que quedaron en las cunetas, romper los silencios que en este país cavaron tantas fosas y agujeros. Es decir, el derecho a la memoria exige abrir muchos armarios en los que durante décadas estuvieron encerradas vidas y amores, soledades y utopías. La trinchera infinita, esa hermosísima película cocinada a fuego lento por  Jon Garaño ,  Jose Mari Goenaga  y  Aitor Arregi ,   es una pieza más de ese relato compartido, de esas notas a pie de página que siguen sin aparecer en los manuales que estudian nuestros hijos y nu