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Mostrando entradas de septiembre, 2018

EL REINO: Los reyes caen, las cloacas permanecen

Con un ritmo frenético, rodada con un pulso admirable y con un reparto cuyas piezas encajan a la perfección, Rodrigo Sorogoyen ha conseguido una de las películas más brutales del reciente cine español. Y no solo por cómo está pensada y rodada, sino porque nos coloca frente a toda la mierda que todos los días nos va invadiendo, a veces sin que nos demos cuenta. Como si fuera un virus pequeñito y escurridizo que penetra por los capilares de las instituciones y llega hasta nuestras vidas. Porque lo más terrible de esta historia de hombres corruptos, que se suceden y desaparecen incluso mientras que "el reino" permanece, es que las consecuencias las sufrimos nosotros. Es decir, nuestro bienestar, nuestras expectativas de futuro, nuestra cotidiana supervivencia. De esta manera, El Reino  no solo nos cuenta el fracaso de la política sino también del Estado de Derecho y, con él, de todas las garantías que un día

CARMEN DE BURGOS Y LOS DERECHOS DE LAS MUJERES

El feminismo, además de un pensamiento transformador y de una ética que convierte lo personal en político, es también un ejercicio de memoria. De recuperación de las voces silenciadas y de reconocimiento de las mujeres que sumaron con su compromiso eslabones a la larga lucha por la equivalencia de los sexos. El feminismo es, por tanto, y por si a alguien le cabía alguna duda, una exigencia de memoria democrática. Porque no es posible habitar una democracia haciendo invisible a la mitad femenina, ni a la presente ni a la pasada. Algo que, me temo, sigue ocurriendo en los manuales que se estudian en los colegios, en los salones de las Academias y, en definitiva, en los imaginarios que nos ayudan a definir nuestras subjetividades. Recuperar la palabra de mujeres que deberían ser parte principal de la memoria de nuestro país es también una manera de demostrar que el feminismo no es una moda, ni ha surgido en las últimas décadas por combustión espontánea. Al contrario, estamos ante u

LA ÚLTIMA LECCIÓN DE UN MAESTRO

Siempre he confesado públicamente que la mayoría de personas que han sido decisivas en mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional, han sido mujeres. Es decir, mi biografía está llena de agradecimiento a maestras que me enseñaron y me enseñan a comprender el mundo y la vida. Ello no quiere decir que no haya tenido maestros que, en masculino, me hayan mostrado buena parte de los caminos por los que ahora, siempre dubitativo pero esperanzado, intento que no haya excesivos divorcios entre lo personal y lo político. Uno de esos referentes, uno de esos sujetos a los que de mayor me gustaría parecerme, dio esta semana su última lección en la Facultad de Derecho de Córdoba. Lo ha hecho por tanto en un inicio de curso en el que yo siempre tengo la sensación de volver a empezar, en el que me siento nervioso e ilusionado como un colegial y en el que entro cada día en el aula consciente de mi enorme responsabilidad pero también de la magnífica oportunidad que tenga para entrenar mentes

CARMEN Y LOLA: Aprendiendo a nadar

Han sido muchas las críticas que la película  Carmen y Lola  ha recibido incluso antes de su estreno. La mayoría de ellas, por lo que he podido leer, han procedido de personas o colectivos gitanos que le han echado en cara la visión estereotipada de su pueblo. Muy pocas, sin embargo, se han centrado en las cuestiones meramente cinematográficas y mucho menos en el corazón de la historia de Carmen y Lola. Apenas he leído un párrafo capaz de censurar la raíz machista de la cultura en la que han crecido y viven las dos protagonistas, la cual, por otra parte, no hace sino subrayar en algunos aspectos la que también hemos heredado los payos. Quién esté libre del machismo que todos llevamos dentro que tire la primera piedra. Al margen de que por supuesto, todas y todos tenemos derecho a contemplar contextos que no son los nuestros y lanzar sobre ellos nuestra mirada creadora, reflexiva o crítica. Y quién esté libre de prejuicios que tire la segunda piedra. La primera película de Arantxa

TODOS LO SABEN: Nacidas para sufrir

Siempre me ha interesado el cine del iraní  Asghar Farhadi  por su capacidad para poner al descubierto las miserias del ser humano, es decir, de cualquiera de nosotros y, muy especialmente, por cómo disecciona con una aparente (solo aparente) mesura los conflictos que genera cualquier tipo de convivencia. Aunque su filmografía es irregular, incluso en sus películas menores es fácil descubrir ese aliento de humanista metido a cineasta. Para mí, Nader y Simín: Una separación continúa siendo su mejor película, precisamente por cómo se entromete, con lucidez y con la precisión de un bisturí, en los momentos más tensos de cualquier pareja que son los que tienen que ver con su final.  En su última apuesta, en la que nos demuestra una vez más su capacidad para situarse en diversos contextos geográficos y culturales sin parecer una especie de turista curioso y superficial, Farhadi nos vuelve a dar una buena muestra de lo constituye lo mejor de su cine. Es decir, su capacidad para pene

EL VIAJE DE NISHA: El derecho a la desobediencia

En varios reportajes sobre el que sin duda ha sido uno de los estrenos más estimulantes del verano leí que  El viaje de Nisha  pone el foco en las contradicciones entre Oriente y Occidente, entre culturas y religiones. No seré yo quien niegue ese conflicto en la historia de la joven Nisha, la noruega que es obligada por su padre a volver al Pakistán de sus orígenes para, suponemos, se haga consciente del papel que como mujer le corresponde. Sin embargo, me parece que el meollo de la historia no es ese, sino más bien cómo ese orden político y social que llamamos patriarcado, y la cultura machista en que se asienta, son incompatibles con un contexto democrático en el que, como mínimo formalmente, se garantiza la igualdad de mujeres y hombres. Es decir, el choque no es entre Oriente y Occidente, sino entre un modelo de convivencia en el que progresivamente las mujeres han ido ganando autonomía y otros que, condicionados por culturas y religiones interpretadas en clave fundamentalista,

UNA HABITACIÓN PROPIA: Memoria y futuro del feminismo

Una de las muchas lecciones que he aprendido de tantos años de lecturas es que el pensamiento y la lucha feminista llevan siglos articulándose a través de las reflexiones y acciones de cientos, miles, millones de mujeres. Sería un error pensar que todo lo que estamos viviendo en los últimos años, y que ya podríamos considerar como una cuarta ola, ha sido una especie de milagro, o de ebullición espontánea o, en el peor de los casos, una moda que podría durar lo que una tendencia en los escaparates. Para curarnos de este error, y para dotar de sólidos andamiajes a la revolución personal y política que representa el feminismo, es necesario mirar atrás. Tirar del hilo de las que nos precedieron, hallar las raíces de los conceptos que hoy empiezan a cobrar vida, hacer visibles los rostros y las voces de quienes todavía no aparecen en los libros de texto. Una tarea que además nos ayudará a contrarrestar el espejismo de igualdad con el que algunos intentan confundirnos. Ese ejercicio de