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Mostrando entradas de junio, 2022

28J: ALIANZAS PARA LA IGUALDAD

La democracia es un régimen complejo y que, a su vez, tiene que enfrentarse a la complejidad. Y lo es porque parte de un presupuesto que inevitablemente genera tensiones y que no es otro que el juego siempre inestable entre igualdad y pluralismo. O lo que es lo mismo, entre la igual dignidad que como humanos compartimos y las diferencias que a su vez nos singularizan.  Los Estados constitucionales han ido creando distintos instrumentos normativos para hacer posible ese equilibrio, como por ejemplo todos los relacionados con un Derecho antidiscriminatorio que prevén y persiguen todos los comportamientos que tratan de obstaculizar el libre desarrollo de nuestra personalidad en función de alguna circunstancia personal o social. Sin embargo, mucho más eficaz que las normas, y sobre todo mucho más que las de carácter punitivo, lo son los hábitos cívicos que nos permiten convivir desde el diálogo y el reconocimiento del otro y la otra. Unos hábitos que requieren un esfuerzo singular desde el

POR QUÉ LOS HOMBRES DEBERÍAMOS VER "INTIMIDAD"

Porque refleja a la perfección en qué consiste la violencia sistémica que sufren las mujeres y de la que formamos parte todos los hombres. Lo cual no quiere decir que todos y cada uno de nosotros seamos de manera expresa y directa violentos contra las mujeres, pero sí que participamos de todo un orden social y cultural que normaliza y legitima nuestro dominio sobre ellas. Si no la ves, si no la percibes como tal, es porque eres parte esencial de ese sistema que normaliza el trato devaluado de las mujeres   Porque les pone carne y rostro a las nuevas formas de violencia machista que, gracias a las tecnologías, se extienden y vienen a confirmarnos como el patriarcado se reinventa y cómo incluso se amplifica con la ayuda no solo del mundo “redes” sino también con la (falta de) ética de un neoliberalismo que santifica los deseos, el individualismo, el presentismo y la exhibición de nosotros mismos. Una suma perfecta por cierto para desactivarnos políticamente. Una realidad ante la que, me

THIS IS US: conjugando la primera persona del plural

  Con los años he aprendido a despojarme de las etiquetas que son como losas, de los discursos aprendidos que con tanta frecuencia he visto como se pervertían y se convertían en armas arrojadizas, de los dogmas y de las estrecheces de identidades que acaban siendo como jaulas. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que importa mucho menos el verbo ser y que tienen más valor los verbos que implican acción, movimiento, compromiso. Verbos que inevitablemente me reconcilian con el ser vulnerable que soy. Un hombre gerundio. Un aprendiz eterno que espera nunca perder la curiosidad del adolescente que lo tiene todo por aprender. La vida, con sus cuestas y sus remansos, me ha enseñado a valorar más la praxis que los golpes de pecho, los imperfectos comportamientos que los carnets que nos bendicen, los buenos quereres que el amor con mayúsculas que esclaviza y nos vuelve marionetas. Gracias a la vida, como cantaría Mercedes Sosa, y a las personas que me he ido encontrando por el camino, h

PROTECTOR DESPROTEGIDO

Hubo una larga época en que los hombres, los padres, los patriarcas, eran incapaces de mostrar sus emociones. Educados en el difícil, e imposible diría yo, arte de la omnipotencia, vivían ausentes de la casa, centrados en su rol de proveedores, vigilantes a lo sumo de la transmisión dinástica del patrimonio y el apellido. Para sostener los vínculos afectivos ya estaban ellas: las que por parir estaban predestinadas, sociedad mediante, a cuidarnos. Esos hombres fueron nuestros abuelos y seguramente muchos de nuestros padres. Y todavía queda, deberíamos reconocerlo, bastante de ellos en las generaciones de varones que hoy nos hallamos desubicados, como mínimo desubicados, ante los retos de transformación con los que nos interpelan las mujeres. Esas que ya hace tiempo que hartaron de ser prisioneras de su destino biológico y que no han dejado de luchar por ser ciudadanas.     En estos tiempos tan nómadas e inciertos, donde tal vez algunos seamos conscientes de lo viejo de un mundo que ya

EL VOTO DE MI HIJO

  El próximo 19 de junio será la primera vez que mi hijo ejerza, una vez alcanzada su mayoría de edad, el derecho al voto. El destino y los calendarios electorales han querido que su estreno en las urnas sea en los comicios andaluces. Para mí, que llevo décadas explicando a mi alumnado la importancia del sufragio y el valor de la democracia, será un día emocionante, casi una especie de ritual laico que confirmará que Abel, al que hace nada cuidaba con los mimos de un padre imperfecto, es todo un ciudadano. Seguro que recorrerá mi cuerpo un ligero cosquilleo cuando lo acompañe al colegio electoral y lo vea hacer uso de esa porción de soberanía que, aunque nos creamos que es insignificante, tiene tanto peso en la definición quiénes ocuparán las instituciones en representación nuestra. Durante muchos años él vino en muchas ocasiones conmigo a votar y le expliqué cómo había que hacerlo, para qué servían las urnas o por qué había tantas papeletas sobre una mesa. Ahora, me toca quedarme unos

LA IGUALDAD EN JUEGO

Cuando hablamos de derechos humanos, de justicia social, de dignidad, tenemos siempre que hacerlo en futuro. Es decir, como una tarea por hacer, como un proceso de lucha que encaja mal con el participio y que reclama la fuerza comprometida del gerundio. Un compromiso que es responsabilidad de todos y de todas, y que debería ser el sustento de las virtudes sin las que es imposible la supervivencia de la democracia. Este horizonte, que tiene mucho de utopía, debería estar presente en ese en apariencia pequeño gesto que supone depositar nuestro voto en una urna. El momento en el que todos y todas somos radicalmente iguales y en el que ejercemos, y no es poca cosa, la porción de soberanía que nos corresponde en cuanto miembros de la comunidad política. De ahí lo importante no solo del ejercicio del derecho sino también de que la papeleta responda a un ejercicio consciente de lo que querríamos y de lo que no querríamos construir. Este ejercicio cívico nos obligaría a mirar más allá de los r