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Mostrando entradas de abril, 2011

LA VOZ DE LOS CALLADOS

Recorro los días violetas de abril con el diario de Juan Bernier en mi mochila. Me acompaña en el avión que me lleva a Palermo, en el tren que me acerca a Sevilla, en las camas de hoteles donde imagino pasiones que susurran las almohadas. Mientras que el Sur vuelve a su performance politeísta de cada primavera, me dejo llevar por sus palabras dolientes y hermosas. Vuelvo con él a la Córdoba de las miserias y de los paseos oscuros, a la ciudad de las campanas y los rumores, a la posguerra española de "sospecha, miedo y muerte", al corazón herido del que siente de otra manera. Turbulentos días del que se esconde, del que se fustiga, del que siente la llamada blanca de las acacias. "Alma retorcida de callejas y lupanares" que parece no entender otro lenguaje que el de la belleza. Las palabras húmedas, como hierbas mojadas que amanecen, me hablan del dolor de la diferencia, del peso de los silencios humillantes, de las jerarquías marcadas por los vencedores. Con ellas r

SOL DE RESURRECCIÓN

Uno de los encantos de la Semana Santa reside en su fugacidad. Todo dura un instante: el paso de una cofradía, la frescura de las flores, los pasos de los costaleros.   Hoy parece que el Domingo de Ramos fue hace años. Y nos quedan más de trescientos días para volver a ver un nazareno por las calles. Por eso es inevitable sentir una cierta nostalgia cuando uno ve un palio alejarse al son de "Candelaria" por la plaza de la Alfalfa, o cuando escucha por última vez - y casi por primera este año - "Madrugá", o cuando al fin siente el sol brillando sobre las cornetas que interpretan "Caridad del Guadalquivir". Incluso en una Semana Santa tan "rara" como la vivida, es posible encontrar el rastro de la Belleza. Yo lo he encontrado bajo la lluvia, dentro de los templos, en la mirada excitada de Abel ante una "revirá" de los Panaderos, ante el silencio de las Penas de San Vicente o ante la armonía de la Esperanza de la Trinidad.

VIERNES DE ESPERANZA