El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel. Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich
La Semana Santa es puro sur, pura Andalucía, cruce de caminos, encrucijada cultural entre oriente y occidente.
ResponderEliminarEn las procesiones y en la forma de vivirlas hay mucho de religión oriental, fenicia, que adoraba a sus dioses en medio de la naturaleza, mucho de culto romano (greco-latino)y mucho de la sensualidad árabe.
Pura sensualidad, belleza que arranca lágrimas, fiesta de los sentidos, bacanal sensitiva, lance cuasi místico en que se mezclan tantas emociones, la doctrina fundamentalista de Trento ... esto es la Semana Santa en Andalucía
Andalucía cruce de caminos, encrucijada cultural y tierra de migraciones. sin tener en cuenta todo eso no es posible entender esto.