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Mostrando entradas de junio, 2020

APRENDIENDO CON CESC ESCOLÁ: Sobre cuerpos y masculinidad.

Fui de esos niños a los que le tocó sufrir los últimos coletazos de una educación franquista en la que nosotros hacíamos gimnasia separados de las niñas. Tuve además la mala fortuna de tener en Bachillerato un profesor que hizo todo lo posible para que odiara el deporte y sus alrededores. Vivía los días que tenía clase con él como un auténtico martirio. Desde que amanecía no podía quitarme de la cabeza ese rato de por la tarde en el que me sentiría humillado ante mis compañeros y en el que una vez más me sería imposible demostrar que yo estaba en el buen camino. Es decir, que me iba a convertir en un hombre de verdad y que lo demostraba con mi fortaleza física, con mi cuerpo musculado y con un afán competitivo que me llevaría a entender la vida como una carrera en la que siempre habría un cronómetro midiendo tiempo y velocidad. Nada de eso podía demostrar un adolescente como yo que era rellenito, empollón y demasiado sensible, sobre todo si me comparaba con unos colegas de fratría

3.000 TARDES POR-VENIR

Supongo que heredé de mi padre y de mi madre, a quienes recuerdo cuando yo era pequeño muy pegados siempre a lo que entonces se llamaba un transistor, la necesidad de tener cerca de mis oídos el eco de otras voces, ventanas que me abren la vista a otros paisajes, la templanza y el aprendizaje de una buena conversación, y la música, siempre la música, mucha música para bailar. Porque yo, como Enma Goldman, si no se puede bailar, no es mi revolución. Crecí pues con la radio pegada a mi cuerpo de niño tímido y reflexivo, me acompañó en mis años universitarios e incluso durante los meses que pasé en Roma no hubo noche en que no tratara, entonces sin Internet, de encontrar, aunque fuera con interferencias, las palabras que me contaron la muerte de Lola Flores o algún terrible atentado terrorista. Como después he tenido la suerte de tener un trabajo que en gran medida me implica estar a solas y ante la pantalla de un ordenador, en el presente la radio, ahora a través de sus más diversos

CARMEN, INFINITAMENTE ABRIL

Irene Vallejo explica en El infinito en un junco que las bibliotecas son un espacio radicalmente democrático, ya que en ellas conviven pacíficamente ideas y pensamientos opuestos, autores y autoras con cosmovisiones enfrentadas, en fin, la plural expresión de unos seres humanos hermosamente diferentes.   Las bibliotecas, y también las librerías, son repúblicas de las letras donde habitan la realidad y los deseos. Yo mismo podría escribir mi biografía siguiendo el rastro de   todas aquellas en las que he ido creciendo. Gracias a las cuales, entre otras cosas, he acabado siendo un macho disidente. Uno de esos espacios en los que empecé a darme cuenta, entre otras cosas, de que el Derecho puede ser una herramienta de transformación igualitaria, fue, ha sido y continúa siendo la Biblioteca de la Facultad de Derecho de Córdoba. Mi biblioteca. Si pudiera sumar todas las horas que he pasado en ella, todo lo que he aprendido gracias a la savia de sus estanterías, todo lo que también de

EMERGENCIA EDUCATIVA

Hace días, semanas ya, que evito los telediarios televisivos. He llegado a un punto de saturación en el que ya no soporto más información sobre las distancias de seguridad en las terrazas, el drama   de los bares vacíos o la angustia ante la perspectiva de no poder invadir las playas como si fuéramos bárbaros. Han pasado los días, las semanas, incluso los meses, y apenas he encontrado, salvo de manera muy excepcional, y nunca en portada, alguna referencia a la dramática situación del sistema educativo en nuestro país. Tampoco han sido un tema estrella entre los tertulianos vociferantes y ni siquiera entre los políticos que los imitan, por no hablar de mis vecinos que a estas alturas andan muy preocupados por si les resultará rentable o no abrir la piscina comunitaria. Cuando faltan poco más de dos meses para que se inicie el nuevo curso escolar, seguimos sin tener respuestas y mucho me temo que, llegado septiembre, la improvisación y el correspondiente casos se adueñará de las

CHARO: El arte de la vida.

A lo largo de mi vida he tenido muchas amigas, más que amigos, aunque últimamente parece que empiezan a invertirse los términos, sobre todo desde que empiezo a encontrarme con hombres que han renunciado a los mandatos exigentes de la virilidad. De esta manera en los últimos años he ido sumando amistades masculinas que en otro momento habrían sido imposibles, más allá de la lógica que nos obliga a convertirnos en pares que compiten y que se exhiben continuamente. En este sido para mí han sido muy importantes las redes sociales, sin duda un espacio lleno de peligros, pero también de oportunidades para encontrar cómplices y generar redes que, con suerte, pueden hacerse sólidas. Salvo estas alegrías recientes, en mi vida anterior ellas fueron las que llegaron a compartir conmigo determinados vínculos, que hubiera sido impensable mantener con ellos. Han sido ellas con las que he me he atrevido a mostrarme frágil, dubitativo y siempre alumno. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a

LOS LIBROS COMO EXPERIENCIA DEMOCRÁTICA

Cuando pase un cierto tiempo, y tenga una mayor perspectiva que la que ahora siento tan condicionada por la incertidumbre del presente, debería hacer un recorrido por los libros leídos durante el estado de alarma. Creo que, sin ser en muchas casos consciente de mis elecciones, mis lecturas han sido y son reflejo de los turbulentos estados de ánimo vividos, de las muchas preguntas sin respuesta que me he planteado, de los cientos de propósitos de enmienda que me he hecho pensando en que ya nunca la realidad volverá a ser como antes. He leído libros que tenía pendientes desde hace meses, incluso años, he revisitado alguno de esos que casi siempre están en mi mesilla de noche y también me he acercado a otros que me han llegado por alguna recomendación que alguna amiga, sobre todo amigas, o algún amigo me ha hecho. Una de esas recomendaciones fue un libro al que yo no le había seguido la pista y que un amigo me recomendó con insistencia una tarde del mes de abril.   El infinito en un j