Nunca me gustaron los circos. No solo me daban miedo los payasos sino que también me angustiaba ver a tanto animal convertido en pretexto para el espectáculo. Aunque fuera incapaz entonces de racionalizarlo, mis emociones que eran como antenas me estaban diciendo que aquel trato era humillante y que provocaba un dolor que nadie podía o quería nombrar. Ahora, años después, no puedo sino alegrarme por tanto de una decisión municipal que supone un avance progresista, una conquista para los que entendemos que todo ser viviente tiene dignidad y que por tanto nunca ha de ser instrumentalizado y mucho menos en el mercado del ocio en el que gana siempre el más fuerte. En esta Córdoba que con tanta facilidad se pierde en polémicas estériles, me reconforta ver como muy de tarde en tarde la coherencia llega a Capitulares. Todo ello, mientras la ciudad continúa sin rumbo en materia cultural, dejando escapar oportunidades --la última, el Festival de Cine Africano-- y permitiendo que otros lugares --como ha sucedido con Málaga y el Festival de Música de Cine-- asuman y potencien lo que aquí despreciamos. Menos mal que cada enero llega la milagrosa FITUR y su aureola de salvavidas que apenas disimula el poco genio y la cortedad de miras de nuestros representantes. Abducidos por la magia de un negocio que, no deberíamos olvidar, genera precariedad laboral y un desarrollo escasamente sostenible.
La última ocurrencia turística de nuestros representantes provinciales ha sido promocionar una Guía gayfriendly de Córdoba y alrededores. Deseando estoy verla para comprobar qué lugares esconden esta ciudad y los pueblos cordobeses en los que cualquier persona del colectivo LGTBI pueda sentirse como en el paraíso. Debe haberse realizado todo un ejercicio de investigación en un territorio tan negado a la visibilidad de las diferencias y en el que perduran tantos lastres de la sociedad heteronormativa y patriarcal. De ahí la perplejidad que me ha provocado la noticia, salvo que efectivamente junto a la guía se regale una llave mágica que sirva para abrir todos los armarios de la provincia.
En todo caso, y más allá de esa paradoja irresoluble, lo que me parece especialmente alarmante es que una institución pública utilice como pretexto a un colectivo para favorecer determinadas actividades económicas. Una opción legítima desde el punto de vista privado pero que me parece impresentable cuando la asume un poder público que, además, se supone que está gobernado por fuerzas que dicen luchar por la igualdad. Muchos de los que nos sentimos comprometidos, personal y políticamente, con las reivindicaciones del colectivo LGTBI, no queremos un mundo en el que se nos separe en guetos, en el que se creen espacios separados de confort y en el que no sean posibles los diálogos y encuentros entre los diferentes. Por el contrario, creo que hemos de trabajar por un mundo en el que superemos las fronteras y compartamos espacios y tiempos, oportunidades y ocio, sueños y solidaridades. Un mundo en el que nadie se sienta señalado por razón de su orientación sexual o su identidad de género. Ese debería ser el objetivo a alcanzar por unas instituciones que tanto deberían estar haciendo en materia socializadora con respecto a lo que todavía hoy cuesta entender a parte de la sociedad: la consideración del libre desarrollo de la afectividad y la sexualidad como un derecho fundamental.
No queremos hoteles para gays, ni restaurantes para lesbianas, ni patios para trans ni cofradías para bisexuales. Queremos ejercer el derecho, y esto es especialmente importante si pensamos en unas jóvenes generaciones que siguen sufriendo acoso por estas cuestiones, a sentirnos parte de un todo. Sin estigmas que nos crucifiquen ni gobernantes que parecen guiarse más por la lógica del mercado que por la de los derechos. Necesitados pues superar la travesía de la perversa tolerancia y ansiosos por disfrutar de un democrático reconocimiento. Aunque para ello tengamos que encerrar en un armario a tanto político circense y tiremos después la llave al Guadalquivir.
Las fronteras indecisas
Diario Córdoba, 25 de enero de 2016
http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/cordoba-gayfriendly_1013552.html
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