Florencia, 28 de abril de 2013 En Florencia siempre es fácil encontrar alguna razón para seguir creyendo en la belleza o, lo que es lo mismo, en la eternidad. Porque desde mi agnosticismo rebelde cada día que pasa siento con más fuerza que la única eternidad que nos es permitido alcanzar tiene que ver con el goce de los sentidos y de la mente, con el disfrute de la piel y el vientre, con la danza inquieta de nuestra inteligencia sensible - o nuestra sensibilidad inteligente ...- que se resiste a envejecer. En este fin de semana toscano, en el que ayer descubrí lugares preciosos como Lucca de la mano mi amigo Luca Giacomelli, las sorpresas que me tenía guardadas Florencia han venido de la mano del descubrimiento de un Botticelli en la iglesia de Todos los Santos, de la impresionante visión del Arno bajo un cielo nublado que poco a poco fue abriéndose y de la espiritualidad que he podido sentir cuando al llegar al Santo Spirito se escuchaba de fondo el órgano y un coro de n...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez