DIARIO CÓRDOBA, 23-4-2012 Siempre me ha fascinado como el catolicismo resuelve las consecuencias generadas por contravenir sus reglas. A través de la confesión, el individuo logra superar el bache y puede recomenzar. Es decir, queda liberado de la carga y con las puertas abiertas para una nueva infracción. De esta manera, y aunque pueda resultar paradójico, el catolicismo ha contribuido a generar una sociedad de pecadores que van sumando faltas, cosidas entre sí a través de sucesivos actos de contrición y absorbidas por un olvido que ayuda a convertir la irresponsabilidad en norma de conducta. Todo ello, obviamente, tiene unas repercusiones sociales y políticas que determinan las singularidades que por ejemplo la vida pública tiene en aquellos países de asentada cultura católica. Pensaba en el flaco favor que los confesionarios han hecho a lo largo de la historia al sentido cívico de la convivencia, mientras veía la cara compungida de nuestro monarca y escuchaba sus medidas p...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez