Un cuento para celebrar el 28J... El casi nunca miraba de frente. Sus ojos parecían querer esquivar otros ojos, cualquier puñal que pudiera abrirlo en dos y dejar al descubierto sus entrañas. Sentado frente a mí en el despacho de la Facultad, lo recuerdo con torpes palabras, inseguro, tan frágil como las polillas que desesperadas van en busca de la luz. Apenas si asistió a algunas clases de mi asignatura. Me cuesta recordarlo como alumno. Solo tengo presentes sus lágrimas, sus titubeos de crío desorientado, ese grito que sin darlo estaba saliendo de su pecho. Luego, él olvidó ese año maldito, puso kilómetros de por medio y empezó a reconstruirse. Yo guardé su ficha y su examen durante un tiempo prudencial. Después, el tiempo rompió los papeles y también yo tuve que, sin cambiar de lugar, hacer un largo viaje. Un día, años después, volví a encontrarlo en la pantalla de mi ordenador. La magia informática, el destino del libro de las caras. Al principio no me di cuenta de q...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez