Hay libros cuya lectura duele. Sus palabras son como cuchillas que van haciendo pequeñas heridas, bisturíes que hurgan en nuestros rincones, espejos en los que descubrimos muecas y arrugas. LIBERTAD es uno de esos libros. Jonathan Frazen consigue, a través del seguimiento de una familia durante varias décadas de la historia americana más reciente, dejar al descubierto muchos de los fantasmas y de los dilemas morales de eso que tan pomposamente llamamos "civilización occidental". Un ejercicio que cobra una especial intensidad en estos momentos de crisis no sólo económica sino también política y ética.
Su título, que podría llevarnos de la mano al clásico "Sobre la libertad" de Stuart Mill, enmarca a la perfección la sustancia política de la novela. Porque más allá de las historias personales que se nos cuentan, de los amores y desamores, de las complejas relaciones familiares - lo personal también es político -, el retrato que nos ofrece el autor nos sitúa ante el mayor dilema, político y moral, de una sociedad democrática. Me refiero al entendimiento de la libertad y, con él, a los diferentes matices con que la misma puede ser entendida desde diferentes posiciones ideológicas. En el fondo, lo que Franzen nos está contando es el conflicto entre una libertad entendida en sentido individualista y liberal y una libertad necesariamente concebida desde y con la igualdad.
"La gente vino a este país por el dinero o la libertad. Si no tienes dinero, te aferras aún más furiosamente a tus libertades. Aunque fumar te mate, aunque no puedas dar de comer a tus hijos, aunque a tus hijos los mate a tiros un loco con un fusil de asalto. Puedes ser pobre, pero lo único que nadie te puede quitar es la libertad de joderte la vida como te dé la gana."
Sus personajes se mueven en la compleja tesitura moral que supone apostar por esa libertad "salvaje" o la que supone una concepción más comunitaria (libertad + igualdad + solidaridad). La libertad del pez grande que se come al más pequeño o la del que trata de proteger al más pequeño para que no sea engullido por el grande. El gran conflicto ideológico que hoy más que nunca cobra vigor en el contexto de una crisis económica en la que no dejamos de arrodillarnos ante el mercado.
Pero, junto a ello, Franzen nos ofrece además un fresco lúcido e incisivo de muchas de las contradicciones que nos aquejan. Walter es, sin duda, el mejor ejemplo de una armadura ética y política que no siempre resiste bien los envites de la libertad y que, a pesar de todo, lucha por ser leal a sí mismo. Un hombre progresista, feminista, ecologista... pero que también tiene su precio. A su lado, Patty, una mujer en permanente estado de transformación, haciéndose, que ejemplifica todas las tensiones de las mujeres contemporáneas. Al igual que Walter ejemplifica las que viven muchos hombres del siglo XXI.
Y, junto a ellos, los hijos. ¿Una prórroga del fracaso o una garantía de estabilidad? ¿El futuro de la democracia? ¿Libres, paradójicamente, con tanta libertad?
En fin, una novela cargada de preguntas. Una sucesión de espejos que nos devuelven nuestro propio retrato. A veces deformado, como el callejón del Gato. Otras, duramente auténtico.
"La libertad es un coñazo", dice uno de los protagonistas de la novela. Puede ser. Sobre todo si queda reducida a poder jodernos la vida como nos dé la gana. ¿O no?
Su título, que podría llevarnos de la mano al clásico "Sobre la libertad" de Stuart Mill, enmarca a la perfección la sustancia política de la novela. Porque más allá de las historias personales que se nos cuentan, de los amores y desamores, de las complejas relaciones familiares - lo personal también es político -, el retrato que nos ofrece el autor nos sitúa ante el mayor dilema, político y moral, de una sociedad democrática. Me refiero al entendimiento de la libertad y, con él, a los diferentes matices con que la misma puede ser entendida desde diferentes posiciones ideológicas. En el fondo, lo que Franzen nos está contando es el conflicto entre una libertad entendida en sentido individualista y liberal y una libertad necesariamente concebida desde y con la igualdad.
"La gente vino a este país por el dinero o la libertad. Si no tienes dinero, te aferras aún más furiosamente a tus libertades. Aunque fumar te mate, aunque no puedas dar de comer a tus hijos, aunque a tus hijos los mate a tiros un loco con un fusil de asalto. Puedes ser pobre, pero lo único que nadie te puede quitar es la libertad de joderte la vida como te dé la gana."
Sus personajes se mueven en la compleja tesitura moral que supone apostar por esa libertad "salvaje" o la que supone una concepción más comunitaria (libertad + igualdad + solidaridad). La libertad del pez grande que se come al más pequeño o la del que trata de proteger al más pequeño para que no sea engullido por el grande. El gran conflicto ideológico que hoy más que nunca cobra vigor en el contexto de una crisis económica en la que no dejamos de arrodillarnos ante el mercado.
Pero, junto a ello, Franzen nos ofrece además un fresco lúcido e incisivo de muchas de las contradicciones que nos aquejan. Walter es, sin duda, el mejor ejemplo de una armadura ética y política que no siempre resiste bien los envites de la libertad y que, a pesar de todo, lucha por ser leal a sí mismo. Un hombre progresista, feminista, ecologista... pero que también tiene su precio. A su lado, Patty, una mujer en permanente estado de transformación, haciéndose, que ejemplifica todas las tensiones de las mujeres contemporáneas. Al igual que Walter ejemplifica las que viven muchos hombres del siglo XXI.
Y, junto a ellos, los hijos. ¿Una prórroga del fracaso o una garantía de estabilidad? ¿El futuro de la democracia? ¿Libres, paradójicamente, con tanta libertad?
En fin, una novela cargada de preguntas. Una sucesión de espejos que nos devuelven nuestro propio retrato. A veces deformado, como el callejón del Gato. Otras, duramente auténtico.
"La libertad es un coñazo", dice uno de los protagonistas de la novela. Puede ser. Sobre todo si queda reducida a poder jodernos la vida como nos dé la gana. ¿O no?
Ya había oído maravillas de la obra de Frazen, pero ahora me lo anoto como inaplazable...
ResponderEliminarSí, la libertad puede llegar a ser un coñazo si no termina siendo algo así como la oportunidad real de llevar a cabo los infinitos proyectos vitales que caben en un ser humano. Si se queda en mera proclama de un derecho abstracto y no en provisión y garantía de un bien jurídico con contenido material. Si se limita a competencia y concurrencia en el mercado (un casino dominado por manos muy visibles) en donde se castiga miserablemente al desafortunado, simulando premiar un mérito que sólo es convencional expectativa de lucro...
Pues eso, que me apunto leerlo...
Un saludo.
Javier V.,
Hola Javier... Qué alegría saber que me sigues y que a través de este medio podemos "dialogar". La novela de Franzen es brutal. Un espejo brutal. Una reflexión durísima sobre la civilización occidental, sobre el hombre y la mujer del siglo XXI, sobre América y sus valores, sobre todos nosotros... Te gustará o, como mínimo, no te dejará indiferente...
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