El depredador patriarcal sigue suelto. Apenas si se ha visto ligeramente aturdido por los azotes bienintencionados de lo políticamente correcto. La diferenciación jerárquica entre hombres y mujeres, las desiguales relaciones de poder, siguen marcando nuestro contrato social. No hace falta más que mirar el catálogo de juguetes de El Corte Inglés o la encuesta en la que una mayoría de chicas dicen que deben ser complacientes con sus novios. Violencia, poder y masculinidad siguen componiendo el triángulo de los horrores. De ahí que el reto político, y sobre todo cultural, sea romper esa conexión y alumbrar otras masculinidades. Y con ellas, una nueva racionalidad pública. Mientras que eso ocurre, seguiremos celebrando concentraciones con señores encorbatados y , en el peor de los casos, como esta mañana ha ocurrido en la Facultad de Derecho, con la ausencia casi absoluta de profesores/as, alumnado y trabajadores/as. Supongo que andarían flotando en el cielo azul que parió el 20N y sintiéndose felizmente paritarios en las aulas donde ellas estudian más pero donde son menos en las cátedras.
"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...
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