DIARIO CÓRDOBA, 28 de enero de 2013 En estos momentos en que la desconfianza en la clase política ha llegado a los niveles más bajos de la democracia, deberíamos aprovechar para iniciar una transformación radical de muchas de las estructuras que se revelan como inservibles ante una realidad que las supera y ante la que cada vez son menos útiles los disfraces. La democracia, sin duda el más exigente de los regímenes políticos, debiera caracterizarse por su capacidad de reinventarse, de redefinir sus reglas y de buscar respuestas a los interrogantes que cada cierto tiempo se renuevan. Buena parte, yo diría que la sustancial, del hartazgo creciente de la ciudadanía y del divorcio cada vez mayor entre ella y sus representantes se debe a la consolidación de unos partidos que no solo hacen caso omiso del mandato constitucional de democracia interna sino que también, muy especialmente en los últimos años, se han convertido en refugio de mediocres y profesionales de lo público. El...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez