Llevo años trabajando con hombres jóvenes y no tan jóvenes en cuestiones relacionadas con igualdad, y muy especialmente en tratar de hacerles ver la conexión que existe entre la cultura machista y la violencia. La violencia en general y, de manera más singular, las que sufren las mujeres. En la mayoría de los casos siempre me he encontrado con una tendencia a enfocar esta realidad como si fuera algo externo a ellos, algo que les pasa a otros. Esos “otros”, no ellos, que son los machistas y no digamos los violentos. Salvo excepciones, les cuesta admitir que a diario todos reproducimos machismo y que hemos sido socializados de tal manera que nuestra identidad se ha construido sobre una cultura de dominio, de relevancia pública y de subjetividad y autonomía incontestables. Un paradigma que, a su vez, necesita del que concibe a las mujeres con un estatus inferior al nuestro, además de como permanentemente disponibles para satisfacer nuestros deseos y necesidades. Justamente es...
Una tragedia para lo que el cine se refiere, sin obviar por su puesto el primerísimo factor humano de esta desgracia. Uno de los grandes, auténtica fantasía en interpretación, un porte regio inigualable, uno de esos actores que posiblemente ya han desaparecido, generación de Fernán Gomes y Alexandres, esperemos que Caba y Juan Diego nos duren para rato. La última vez que le he visto ha sido en La chispa de la vida, demostrando lo que es, un ACTORAZO, cine.
ResponderEliminarUn saludo