Sin embargo, ante el reconocimiento público por parte de Iñaki Oyárzabal, el número 2 del País Vasco, de sus preferencias sexuales, el debate debería ser otro. El acento debería ponerse en que él, como tantos otros homosexuales y lesbianas que sin duda militan en el PP, forma parte de un partido que mantiene el recurso de inconstitucionalidad contra la reforma del Código Civil de 2005. Un recurso que lleva sin resolverse 7 años y en el que, si uno analiza su argumentación, detesta no sólo argumentos jurídicos más o menos discutibles, sino también planteamientos que rozan la homofobia. De ahí que cueste trabajo entender que alguien como Iñaki, que forma parte también de un colectivo históricamente marginado y perseguido, comulgue con ruedas de molino y ponga por encima de su compromiso personal el del partido. Sería cuestión de orgullo - ético, sin más, no necesariamente gay - que él y otros muchos como él retiraran un recurso que simboliza la discriminación que muchos intentan prorrogar. Ese sí que sería el verdadero y eficaz outing de un político del PP.
"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...
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