La misma noche de la entrega de unos Oscars previsibles y nostálgicos veo la última película de Steve McQueen y entiendo por qué no ha recibido ninguna nominación. SHAME es justo lo contrario a la mayoría de las películas nominadas y premiadas. Es como puñetazo que te sacude las entrañas y que te deja, como al protagonista, desnudo ante las inclemencias de la contemporaneidad.
La historia de Brandon, un hombre encerrado en los laberintos que le genera la adicción al sexo, es un retrato incisivo, doloroso, del desconcierto del hombre moderno. De su desamparo. De su vulnerabilidad. Más allá del círculo "vicioso" en el que está encerrado el protagonista, SHAME es un recorrido visual - no sólo estético, también ético - sobre las heridas de un hombre aparentemente triunfador pero en esencia derrotado. Es además un análisis sobre tres factores que los hombres hemos siempre digerido mal: el cuerpo, el deseo, las emociones. En este sentido, la película de McQueen es una brutal disección de la masculinidad maltrecha,angustiada, perpleja, prisionera de sí misma. Todo ello en contraste a una feminidad - encarnada por la hermana de Brandon (maravillosa Carey Mulligan)- que continúa necesitando sentirse amada, cuidada y cuidadora. La mujer que necesita amor frente al hombre que huye. Los dos igualmente solos y vencidos, como lo muestra la maravillosa escena en que Carey canta el "New York, New York" más triste que yo recuerdo.
La cámara de McQueen, que revela que sus orígenes están en el videoarte, nos muestra de manera contundente el desasosiego, los espacios vacíos, las noches eternas, la vida estancada. El resto es mérito de unos actores prodigiosos y, sobre todo, de un Michael Fassbender que nos muestra con radical entrega todos los rostros de la virilidad encerrada en su jaula. Su interpretación es emocionante y contenida. Brutal como la misma historia que nos cuenta con su cuerpo, con sus lágrimas, con sus miradas. El es el que debería haber ganado el Oscar al mejor actor. Y no sólo por su buen trabajo sino también porque su personaje expresa sin paliativos los pasos sin rumbo del hombre del siglo XXI. En el que muchos nos reconocemos y ante el que, supongo que por el terrible peso de la tradición judeo-cristiana que nos sigue poniendo grilletes, sentimos vergüenza.
La historia de Brandon, un hombre encerrado en los laberintos que le genera la adicción al sexo, es un retrato incisivo, doloroso, del desconcierto del hombre moderno. De su desamparo. De su vulnerabilidad. Más allá del círculo "vicioso" en el que está encerrado el protagonista, SHAME es un recorrido visual - no sólo estético, también ético - sobre las heridas de un hombre aparentemente triunfador pero en esencia derrotado. Es además un análisis sobre tres factores que los hombres hemos siempre digerido mal: el cuerpo, el deseo, las emociones. En este sentido, la película de McQueen es una brutal disección de la masculinidad maltrecha,angustiada, perpleja, prisionera de sí misma. Todo ello en contraste a una feminidad - encarnada por la hermana de Brandon (maravillosa Carey Mulligan)- que continúa necesitando sentirse amada, cuidada y cuidadora. La mujer que necesita amor frente al hombre que huye. Los dos igualmente solos y vencidos, como lo muestra la maravillosa escena en que Carey canta el "New York, New York" más triste que yo recuerdo.
La cámara de McQueen, que revela que sus orígenes están en el videoarte, nos muestra de manera contundente el desasosiego, los espacios vacíos, las noches eternas, la vida estancada. El resto es mérito de unos actores prodigiosos y, sobre todo, de un Michael Fassbender que nos muestra con radical entrega todos los rostros de la virilidad encerrada en su jaula. Su interpretación es emocionante y contenida. Brutal como la misma historia que nos cuenta con su cuerpo, con sus lágrimas, con sus miradas. El es el que debería haber ganado el Oscar al mejor actor. Y no sólo por su buen trabajo sino también porque su personaje expresa sin paliativos los pasos sin rumbo del hombre del siglo XXI. En el que muchos nos reconocemos y ante el que, supongo que por el terrible peso de la tradición judeo-cristiana que nos sigue poniendo grilletes, sentimos vergüenza.
Llevo semanas, Octavio, acumulando referencias positivas acerca de este peli —ninguna, eso sí, que incida de manera tan afilada e intensa en esa visión maltrecha de la masculinidad que su personaje protagonista arroja—, algo que no hace más que acrecentar mis ganas de echarle ojo. Habrá que intentarlo, al menos. Y ya contaremos.
ResponderEliminarUn abrazo y buen día.
Espero que te guste Manuel. A mi me pareció brutal, desasosegante. Y aunque el tema central sea la adición al sexo, yo creo que podríamos hacer una lectura extensiva sobre la soledad del hombre moderno, su búsqueda pte de identidad, sus sinrazones, su ansia de tener frente a los deseos de ser.... Por eso me parece una peli radicalmente contemporánea.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Manuel
Ya me contarás cuando la veas