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Mostrando entradas de septiembre, 2025

MASPALOMAS. De armarios, trincheras y sonrisas

  Hace unos días Carlos Boyero manifestaba su incomodidad con las escenas de sexo que aparecen en el preludio de   Maspalomas , expresada, como es habitual en él, con ese tono de desprecio con el que habla sobre todo lo que no forma parte de su mundo. Me imagino que si lo visionado por él no hubieran sido órganos sexuales masculinos ni cuerpos no normativos, y el director hubiera mostrado sensuales mujeres de pasarela, el asco del crítico se habría convertido casi en poesía.     En todo caso, las palabras de Boyero constituyen la más evidente expresión de cómo todavía hoy, más allá de las opciones sexuales de cada uno, nos cuesta reconocer a las personas de edad avanzada como seres con sexualidad y deseos. Una mirada edadista que las reduce a una suerte de minoría de edad que supone negarles derechos, dignidad y autonomía. Me imagino que incluso a cualquiera de nosotros nos cuesta imaginar a nuestros padres y a nuestras madres, situados ya en eso que tan estúpidament...

... Y ANA ABRIÓ EL ASFALTO

Cuando pienso en mis abuelas con 74 años, las recuerdo como mujeres muy viejas, atrapadas en rutinas nada creativas y con una apariencia que les hacía estar como fuera del mundo, de nuevo Penélopes pero en su caso ya a la espera de un final próximo. Es indudable que en apenas unas décadas ha cambiado la percepción de las edades, y no solo porque los cirujanos y los filtros nos ayuden a parecer más jóvenes, sino porque los avances en salud y cuidados, y en autonomía muy especialmente en el caso de las mujeres, nos están llevando a un siglo de personas de edad avanzada que continúan imaginando y haciendo. Por ello, cuando veo a  Ana Belén  en lo alto de un escenario, con los años que yo recuerdo oscuros sobre el cuerpo de mis abuelas, no puedo sino celebrar la vida y ser parte de una fiesta en la que envejecer pueda ser jubiloso, por más que en el caso de la madrileña todo o casi todo parezca un milagro.   Para quienes como yo llevamos toda la vida siguiéndola y admirándola...

LAS VECEJES INVISIBLES. A propósito de "Maspalomas".

Vivimos en sociedades edadistas en las que la juventud es un valor en sí misma y en las que imperan unos imaginarios en los que las personas, al sobrepasar el tiempo de la productividad y el escaparate, se vuelven invisibles o, en el mejor de los casos, son tratadas como si fueran, paradójicamente, menores de edad. El lenguaje que usamos a diario está lleno de esa mirada devaluadora sobre los viejos y las viejas, a quienes tratamos como si con los años hubieran perdido su estatus de ciudadanía y no les quedara más horizonte que ser cuidados y tutelados por quienes asumimos con ellos y con ellas un rol paternalista y negador de su autonomía. Nos cuesta imaginarlas más allá de como receptoras de servicios y de relatos que las condenan a vivir entre la resignación y la melancolía una etapa de la vida en la que no les damos la oportunidad de reinventarse. Unos mandatos que cada vez más las mujeres de edad avanzada están desobedeciendo con valentía admirable mientras que los hombres, en gen...

MI AMIGA EVA. Deshacerse a los 50.

Dice Cesc Gay que ya estaba harto de que los hombres fueran el centro de sus películas. Él es, sin duda, uno de los directores que mejor ha retratado los momentos críticos que atravesamos los tíos en unas décadas en las que las mujeres han ido conquistando autonomía y, poco a poco, han ido desmontando roles de género y expectativas en las que todas y todos habíamos sido socializados. Su película  Una pistola en cada mano  (2012) sigue siendo hoy en día una de las radiografías más inteligentes de la desubicación de los varones en una época donde tantos, por cierto, se sienten agraviados y resentidos. Con la ayuda impagable de Eduard Solá, el guionista de moda, se ha desmarcado de esa línea tan presente en su filmografía y ha puesto el foco en una mujer que, a punto de cumplir los 50, se replantea su vida. Decía el director esta semana en el coloquio que siguió al preestreno que tenía a su alrededor varias mujeres que justamente estaban en ese momento vital y que eso fue de algu...

LECHE CRUDA. Gramática de la horizontalidad.

  “cuando quiero mostrar mi amor, se me cae el lenguaje”   Hay libros que son como cuerpos y que, por tanto, se nos ofrecen para que los abracemos, los acariciemos y rastreemos lo que de nosotros hay en ellos. Como si fueran un mapa abierto de par en par por el que recorrer itinerarios que son espejo y ventana. Cuerpos también dispuestos a ser engullidos, en el sentido más bello del verbo, como quien saborea una fruta dejando que su zumo se derrame más allá de los labios. El mismo Angelo Néstore  confiesa que su primera novela es un cuerpo-libro dispuesto para que sus lectoras, como gusanos ávidos y curiosos, lo devoremos. En una suerte de gestación multiplicadora de árboles e historias. Fertilizadores del mundo. A lo Haraway. Casi una invitación a bailar,  yo quiero verte danzar,  como la única eternidad posible para unos seres que envejecen.    Leche cruda , que es un título que remite al útero y a los cuidados, a lo animal y a la piel desnuda, ...

TRISTES HOMBRES ADOLESCENTES

  A punto de comenzar un nuevo curso, vuelvo a sentir las inevitables mariposas en el estómago que se repiten cada año, por más que lleve varias décadas dedicado a la docencia. Aunque mi alumnado es mayor de edad, detecto en ellos y en ellas una adolescencia que se alarga, aunque también supongo que mi edad, cada curso más avanzada, me haga verlos casi como menores. No obstante, lo que más descubro en los últimos años, es un estado de ánimo negativo, como si les hubieran cortado las alas y     cegado las expectativas. Me preocupan los rostros que distingo entre tristes y pasotas, a veces cercanos a la ira, otras simplemente expresión de un aburrimiento que va más allá de lo que estamos haciendo en el aula. De esta manera se frustra mi anhelo de tener cada septiembre la edad de quienes se sientan en el aula.   Junto a estas actitudes, he empezado a comprobar también que hay en buena parte de ellas, pero sobre todo de ellos, una posición reactiva frente al feminismo y ...

ROMERÍA. La memoria mágica

  A veces he pensado que si me gusta tanto el cine es porque soy de esas personas que no tienen clara la diferencia entre la realidad y la ficción. Soy de esos tipos raros que las entremezclan continuamente, no sé si como estrategia de supervivencia o como única posibilidad que tengo, tan ateo, de vivir una suerte de eternidad en el presente. Con frecuencia me descubro reconstruyendo un pasado del que no llegué a ser testigo o del que, aun siéndolo, me faltan páginas del guion. Invento y reinvento la parte de mi familia que me silenciaron y a veces hasta imagino navidades que no existieron o celebraciones alrededor de una gran mesa en la que yo siempre me sentaba intentando que no se me viera. Hay cineastas que han hecho justamente de la memoria, de su memoria, el armazón de su obra y el aliento que recorre unos relatos en los que, sin pudor, se nos abren para que nos miremos como si de un espejo se tratase en sus vísceras. Carla Simón es una de ellas. Así lo demostró con sus dos p...