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NELLIE BLY: EL ESPÍRITU FEMINISTA Y AVENTURERO DE UNA PIONERA


A estas alturas debería estar claro que para conseguir unas sociedades plenamente igualitarias desde el punto de vista del género, son necesarios, entre otras muchas cosas, referentes que nos permitan construir imaginarios distintos a los que durante siglos ha cultivado el patriarcado. Los chicos más jóvenes, por ejemplo, piden a gritos otros modelos de masculinidades que les ofrezcan alternativas al Ronaldo de turno, mientras que las chicas necesitan poder mirarse en mujeres poderosas, con autoridad y que sean capaces de desafiar las reglas dictadas por otros para ellas. En este sentido, y como bien he aprendido del feminismo, es necesario recuperar toda esa genealogía de mujeres invisibles que, a lo largo de la historia, fueron dejando huella para que el mundo pudiera ser entendido de otra manera.

La editorial Capitán Swing ha rescatado una de esas figuras para nosotras desconocidas y que bien podría convertirse en una de esas heroínas que nuestras hijas deberían llevar en sus mochilas en lugar de las caducas princesas Disney. Me refiero a Nellie Bly (1864-1922), nacida como Elizabeth Jane Cochran, que fue una de las pioneras del periodismo en los Estados Unidos del siglo XIX y que llegó a convertirse en un fenómeno nacional. Nellie Bly alcanzó ese nivel de popularidad gracias al viaje mediante el cual logró superar los 80 días que Phileas Fogg, el personaje creado por Julio Verne, tardó en dar la vuelta al mundo. Ella lo logró en 72 días y es justo el relato de esa hazaña el que da título al volumen que hace  unos meses se editó en nuestro país. Una hazaña que lógicamente tuvo el mérito añadido de ser protagonizada por una mujer que se atrevió a actuar como entonces solo se pensaba que podían hacerlo los varones.

Pero no fue ese el único heroísmo que podemos recordar de Bly. Rompiendo con el encasillamiento de las mujeres en unos periódicos que solo las reclamaban para escribir sobre sociedad, moda o recetas, la valiente Nellie se especializó en un periodismo que luego se ha calificado como “gonzo”. Por ejemplo, no tuvo ningún reparo en fingir estar loca y acceder a uno de los frenopáticos más temidos de Nueva York. Eso dio lugar a un completísimo reportaje, incluido en el volumen editado por Capitán Swing, que provocó que las autoridades mejoraran la atención que se dispensaba en dichos sanatorios. De la misma manera,  no tuvo miedo en salir rumbo a Europa en agosto de 1914, cuatro días después del estallido de la Primera Guerra Mundial, y convencer a sus amigos y contactos de que le consiguieran un permiso para visitar la zona de guerra.  Como tampoco lo había tenido cuando con apenas  21 años convenció al director del Pittsburg Dispatch para que la enviara a México como corresponsal.

Además de sus excelentes crónicas sobre situaciones y contextos en las que no era nada habitual que una mujer tuviera presencia y mucho menos voz propia, Bly fue también una excelente entrevistadora. En el volumen titulado La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos se recogen dos de los encuentros que nos demuestran no solo su talento periodístico sino también su compromiso con los derechos de las mujeres. Es absolutamente deliciosa la entrevista a Belva Lockwood, la primera mujer que fue candidata a las elecciones presidenciales estadounidenses en 1879. Lockwood, que fue abogada y activista por la paz, además de educadora feminista, es descrita de manera aguda y profunda por Bly, la cual no obvia poner en relación su atuendo, e incluso su físico, con el carácter de la entrevistada. “Es firme e inteligente, sin resultar masculina, y delicada y femenina sin resultar frívola. Es el ideal de belleza de una mujer con cerebro (…) La esbeltez a la altura de la cintura ponía de manifiesto que Belva Lockwood, candidata a la presidencia, no ha renunciando al corsé”. Junto a una perfecta descripción de las maneras, de los gestos y de las actitudes de la candidata, la periodista extrae de ellas respuestas contundentes. “Todos los hombres inteligentes opinan que las mujeres acabaremos votando”, “Si nos limitados a hablar y no trabajamos nunca, no conseguiremos nada”,  “La gente se casa menos con los partidos y piensa más”.  Todo ello hasta llegar al fantástico remate del encuentro. Cuando Bly le pregunta quién, aparte de ella, tiene posibilidades de ser elegida presidenta, la señora Lockwood no duda en contestar que Frances Folsom Cleveland, la cual no se presentaba a las elecciones sino que era la mujer de uno de sus rivales.

Igualmente lúcida y emocionante es la conversación con la sufragista Susan B. Anthony, la cual fue publicada en The New York World poco después de que viera la luz la crónica que Bly hizo de la Convención Nacional pro Sufragio de la Mujer celebrada en Washington D.C.  En este caso, la entrevistadora logró que Anthony se sincerara como nunca antes lo había hecho. “Creo que la primera semilla se plantó al principio de ser maestra. Vi lo injusto que era que a un hombre estúpido se le pagara por dar clase el doble o triple que una mujer por el mero hecho de ser hombre”.  Y, lógicamente, insiste en que sin derecho al voto la igualdad sería imposible: “Las mujeres no podrían respetarse a sí mismas ni conseguir que los hombres las respetaran como iguales hsta que tuvieran derecho a votar”.  Ahora bien,  sostiene Anthony, lo que más ha ayudado a la emancipación de la mujer es andar en bicicleta: “Le da a la mujer una sensación de libertad y confianza en sí misma. La hace sentir como si fuera independiente. En cuanto se sube al sillín, sabe que no sufrirá ningún daño a menos que se baje de su bicicleta, y allá va, la imagen de la feminidad libre e ilimitada”.

Es justo esta imagen, la de una mujer libre e ilimitada, la que nos ofrece este imprescindible volumen que rescata uno de esos ejemplos que continúan siendo invisibles en nuestros imaginarios y que tanta falta nos hacen para reconstruir un concepto de Humanidad que durante siglos prescindió de la mitad. Todo un ejemplo, el de Nellie Bly, para todas esas mujeres jóvenes que hoy, pese a tener el sufragio y disfrutar de una igualdad formal, se ven sometidas a muchos obstáculos para ser dueñas y señoras de su proyecto de vida. Algo que la audaz reporta y sagaz entrevistadora tenía muy claro desde el principio. Basta con recordar que en 1885, siendo una adolescente, publicó su primer artículo contestando a una columna publicada en el Pittsburg Dispatch en la que se planteaba  Para qué sirven las chicas. En “El rompecabezas de las chicas” la respuesta de nuestra heroína fue contundente: “En lugar de reunir a los <<auténticos chicos inteligentes>>, reúnase a las auténticas chicas inteligentes, sáqueselas del arroyo, déseles un empujón para que suban por la escalera de la vida y se recibirá una enorme recompensa…”.  Hoy, más de un siglo después, el reto sigue abierto. “Hablemos de diversión para nuestras chicas después de que les hayamos encontrado trabajo”.

Publicado en THE HUFFINGTON POST, 23 de julio de 2018:

https://www.huffingtonpost.es/octavio-salazar/nellie-bly-el-espiritu-feminista-y-aventurero-de-una-pionera_a_23460892/


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