La masculinidad patriarcal se ha forjado a lo largo de los siglos en función de tres elementos básicos: la concepción activa y competitiva del hombre, la negación de lo femenino y el recurso a la violencia como método para solucionar los conflictos y, en muchos casos también, para afirmar la hombría. Muchos de los problemas no ya personales sino sociales y políticos de nuestro mundo tienen que ver con los parámetros mediante los cuales los hombres, mayoritariamente, seguimos construyendo nuestra identidad. De ahí que, como algunos venimos insistiendo desde hace años, una de las claves para lograr una plena igualdad de género sea la revisión de esa identidad masculina. Es decir, que los hombres empecemos también a analizarnos críticamente desde una "perspectiva de género" y, a partir de ahí, empecemos a transformar muchas de las pautas y valores que conforman nuestro modelo de sociedad. Ese horizonte exige una labor comprometida de todos y de todas, de la ciudadanía...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez