Desde que descubrí a Ferzan Oztepek con la maravillosa HAMAM. EL BAÑO TURCO su cine siempre me ha interesado. Sus películas no son redondas, pero sí que tienen la capacidad de arañarte el corazón, de hacerte reír y emocionarte a partes iguales. En casi todas ellas habla, directa o indirectamente, de la homosexualidad, pero también de la familia, de los amigos,de la hipocresía social, de las contradicciones de las generaciones de los que ahora tenemos alrededor de 40. Así lo hizo en EL HADA IGNORANTE, en la impresionante LA VENTANA DE ENFRENTE o en la que es la más dura de sus películas: SATURNO CONTRO.
Ayer vi su última obra, que ha sido un auténtico éxito en Italia. Como siempre ocurre aquí se ha optado por traducir de manera obvia su título cuando el original es mucho más potente, aunque eso sí difícil de convertir en un castellano comercial. MINE VAGANTI vendría a ser literalmente como "minas que vagan", lo cual vendría a equivaler a nuestro "balas perdidas".
Entre la comedia y el drama, Oztepek nos cuenta el dilema del hijo de una familia burguesa de Lecce que en un momento de su vida decide dejar claro ante su padre y los demás que es gay, que quiere ser escritor y que no lo interesa nada el negocio familiar de la pasta. Sin embargo, y de manera sorprendente, su hermano se le adelantará provocando un auténtico "cataclismo" familiar.
La película no es redonda, no es una obra maestra, pero sí que tiene la capacidad de divertir, de emocionar y de tocarnos las entrañas. Apoyada en un magnífico plantel de actores - sobre todos ellas, las mujeres de la familia, están espléndidas -, con una música muy muy "italiana" y con unos chicos encantadores, la historia de Tommaso nos vuelve a mostrar la lección de que tenemos que atrevernos a romper los barrotes de la jaula y a buscar nuestro propio destino. Oyendo lo que dicta nuestro corazón, nuestros deseos, nuestra manera de sentir. Todo lo demás es condenarnos al fracaso. Lo sabe muy bien la abuela de Tommaso , esa novia que vemos al principio de la película y que, como suele pasar en el cine de Oztepek, sirve para unir pasado y presente, dolores pretéritos y esperanzas futuras.
Aunque a la peli le sobra algún que otro tópico, algún personaje secundario (esa chica bellísima y difícil que no sabemos muy bien que aporta), y algún minuto de metraje en el centro, merece la pena verse y disfrutarse. Porque es de esas películas de las que uno sale convencido de que debe luchar por aquello que siente y en lo que cree y no tanto por lo que los demás esperan de nosotros.
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