Ir al contenido principal

VUELA ESTA CANCIÓN PARA TI, LUCÍA



Cuando miro a mi sobrina, que justo hoy alcanza la mayoría de edad, no puedo evitar hacer un ejercicio de memoria y pensar en mis abuelas, en sus bisabuelas, en todas esas mujeres de generaciones precedentes que no tuvieron la oportunidad de ejercer la plena ciudadanía. Que siempre fueron, en un mundo hecho y por para los hombres, personas de una enorme fortaleza, sabias y luchadoras, como juncos salvajes capaces de resistir cualquier viento en contra. Y tan tiernas, además, siempre tan tiernas. Mi abuela Carmen que no sabía leer ni escribir, mi abuela Rita a la que no dejaron estudiar. Esas mujeres que fueron para mí regazo y espejo. Las maestras a las que cada día trabajo por parecerme. 

 

Cuando miro a Lucía, que como tantas mujeres de este país debe su nombre a Serrat, me resulta fácil descubrir en ella ese hilo que la conecta con las precedentes y, sobre todo, que la lleva hacia un futuro que me gustaría fuera distinto al presente que habitamos. El de un mundo donde todavía ellas siguen sufriendo violencias y discriminaciones, donde asistimos incluso a una reactivación del machismo que me da miedo y me angustia. En este contexto de malos augurios, me enorgullece y emociona verla tan decidida y combativa, tan comprometida con las injusticias, tan asumidos los aprendizajes que yo humildemente, desde que era una niña, traté de hacerle sugerentes y necesarios. Feliz por haber sido siempre el tío cómplice. El de tantas risas y el de tanto violeta. El de las playas de Cádiz y el que siempre, en su disidencia, fue querido por ella con todos los colores del arco iris. 

 

Hoy, sin embargo, cuando cumple 18 años, y cuando ya anda construyendo su propio camino, y la siento en la distancia tan orgullosa de recorrer por sí misma las vías de las que yo solo le abrí la puerta, siento sin embargo el pesar de que aún deba luchar contra un mundo que no está hecho a su medida. En el que todavía hay tantos, y algunas, que no han asumido que el feminismo es una propuesta emancipadora y que mujeres y hombres somos, deberíamos ser, sujetos equivalentes. Espero que en ese periplo de manifestaciones y rebeldías, no tenga que lidiar con ningún machito que, a lo John Wayne, camine a su lado como si llevara una pistola en cada mano. Cuando la miro, y la pienso, como cuando miro a mis alumnas, recobro la energía a ratos perdida y me sigo convenciendo de que tenemos que seguir en la batalla. Contra el patriarcado, contra el machismo, no contra los hombres. Como bien he aprendido de mujeres como bell hooks que ojalá muy pronto, querida Lucía, forme parte de tu biblioteca de ciudadana con mayúsculas.

 

Este 27 de noviembre, que las hadas quisieron que coincidiera con una distancia de tres años con el cumpleaños de mi hijo, ese primo al que abrazas con ternura de amazona, no es igual que los anteriores porque marca una línea, aunque solo sea simbólica, en tu vida de mujer haciéndose. En pocos meses, sin ir más lejos, podrás acudir a las urnas para elegir a tus representantes, ejerciendo un derecho que tus bisabuelas no tuvieron reconocido hasta que fueron muy mayores. Por el que tantas mujeres lucharon e incluso se dejaron la vida. Confío en que tu voto, y no solo tu voto, tu vida entera, sea expresión de esas esperanzas que tú y yo atesoramos. Que yo me he limitado a compartir contigo, de la mano de tantas mujeres compañeras y maestras que me hicieron descubrir el machista que llevaba dentro. Ese horizonte, el de un mundo en el que parece que las cosas cada día se complican más, necesita de voces como la tuya, de pisadas como las de tus pies sólidos, de músculos como los que crecen en tu cabeza de libre pensadora. Pensar en ti, en tu vida futura, como en la de tu primo, me hace ser más militante que nunca, más feminista que nunca, más comprometido que nunca. Por razones de justicia intergeneracional. Convencido de que la igualdad, siempre por hacer, es un proyecto que requiere brazos y cabezas, manos y ojos. Sumar, sumar, siempre sumar. La única forma humana, y pacífica, de multiplicar las posibilidades de todos y de todas. Con imaginación y esperanza.  Sin olvidarnos que la vida, cada día, nos ofrece una magnífica oportunidad para seguir construyendo(nos). Como seguiremos haciendo tú y yo, sobrina y tío, en esa bella historia de amor que empezó un 27 de noviembre, en la radiante Sevilla, cuando Abel se disponía a soplar las velas de su tercer cumpleaños.

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un n