Ir al contenido principal

LA REINA DE LAS FIESTAS

Publicado en el BLOG MUJERES de EL PAÍS (23 agosto 2013)

http://blogs.elpais.com/mujeres/2013/08/la-reina-de-las-fiestas.html


Vivimos, sin duda, tiempos de neomachismo. Y no sólo porque las conquistas que creíamos irreversibles en materia de igualdad de género corran el riesgo de ser aniquiladas por la crisis y el triunfo del neoliberalismo, sino también porque el lenguaje moral de nuestra sociedad sigue prorrogando, en muchas ocasiones bajo el disfraz de lo políticamente correcto, la diferenciación jerárquica que durante siglos ha determinado el lugar de mujeres y hombres en la sociedad. De esta manera, y aunque es indudable que las mujeres han ido alcanzado determinadas cuotas de autonomía e incluso de poder, siguen estando condicionadas por un mandato de género que tiende a cosificarlas, a convertirlas en objeto sexual, a someterlas a los dictados de un canon estético que las tiraniza y les niega la cualidad de sujetos.
La mayoría de las culturas, y no digamos de las religiones, han contribuido de manera singular a mantener ese rol subordinado de las mujeres, el cual se ha traducido a lo largo de la historia en rituales e imágenes que han negado su subjetividad y las han mantenido calladas, dispuestas a ser observadas y deseadas, pero sin capacidad para abrir la boca o hacer expresa su inteligencia. En este sentido bastaría hacer un recorrido por muchas de las tradiciones de nuestros pueblos para descubrir esos ritos, esa simbología, ese papel que se prorroga y se justifica en la historia sin que haya la valentía de cuestionar su oportunidad en pleno siglo XXI.
En estos meses de agosto y de septiembre, en los que las fiestas se multiplican por nuestra geografía, sigue siendo fácil encontrar rastros de esa cosificación de la mujer. Así, no me ha resultado del todo extraño leer en un periódico digital que el Ayuntamiento de Estepa recupera este año, tras haberse interrumpido en 1982, la tradición de elegir a una Reina de las Fiestas y a su corte de honor. “Un jurado compuesto por personas de relevancia en el ámbito de la belleza y la moda, tanto de Estepa como de otros pueblos de la provincia, determinará quiénes van a seguir en su intento de alzarse con el título de Reina de la Feria 2013 en la primera edición que se celebra desde que en el año 1982 se interrumpiera el certamen”, ha dicho el Ayuntamiento estepeño en nota de prensa.
Una noticia que, insisto, no me ha sorprendido, porque en mi pueblo, Cabra, al sur de la provincia de Córdoba, al igual que en otros muchos de esta Andalucía tan patriarcal, esta tradición se ha mantenido hasta el día de hoy y ha sido incluso potenciada por gobiernos municipales que decían defender la igualdad de género en sus programas electorales. Las jóvenes egabrenses, al igual que supongo este año las estepeñas, tienen la oportunidad de lucirse durante varios días en los que se valora más su belleza que su inteligencia, en los que lucirán varios modelos con los que tratarán de emular a las top de moda y en los que lo mismo harán el saque de honor de un partido de fútbol que lucirán mantilla en actitud de recogimiento delante de la patrona. Ante tal cúmulo de despropósitos, que me retrotraen a los años del franquismo en los que eran las señoritas de buena familia las elegidas para tal honor, no sólo me cuestiono la lucidez de unos equipos de gobierno que amparan estas tradiciones sino también la misma actitud de unas jóvenes que siguen estando dispuestas a lucir palmito y a sentirse por unos días las princesas del cuento. Algo, sin duda, hemos hecho mal en estas décadas en materia de educación igualitaria.
Puestos a mantener las tradiciones, y siendo fieles a los objetivos paritarios que nuestro ordenamiento insiste en perseguir, lo suyo sería que en todos estos pueblos que siguen empeñados en mantener ese ritual, fuéramos también los chicos incorporados en igualdad de condiciones. De esta manera, reina y rey, y la correspondiente corte de infantas e infantes, compartirían el brillo de lo superfluo y harían las delicias de todas y de todos, con independencia de la orientación sexual y de los deseos del respetable. En este sentido, la reciente noticia de que una transexual haya sido elegida como dama en las fiestas de Almendral representa, sin duda, una ruptura como mínimo sorprendente y digna de aplauso. Ahora bien, como yo no entiendo la paridad como la extensión a la mitad de la humanidad de las mismas tonterías hechas por la otra mitad, optaría por la eliminación de unas tradiciones que durante décadas han convertido a las mujeres en mero objetoexpuesto a las miradas del público. Y ello porque también los gestos, las imágenes, los rituales, alimentan un orden cultural que tanto esfuerzo está costando erosionar. De ahí que, de la misma manera que somos extremadamente críticos con las costumbres de otras culturas que denigran a la mujer, le tapan el rostro o le niegan la palabra, deberíamos empezar por serlo con las que en nuestra propia casa avalan la concepción de las mujeres como, Amelia Valcárcel dixit, “el sexo que debe agradar”. De lo contrario, las ventanas seguirán estando rotas y será un peligro para las mujeres. Porque, como bien explicaCaitlin Moran en el imprescindible Cómo ser mujer, "basta dejar una ventana rota sin reparar en un edificio vacío para que los más vándalos empiecen a romper las demás. Al final se colarán en el edificio, y encenderán fogatas o se convertirán en okupas". De ahí que haya llegado el momento de que las mujeres inicien, como reivindica la británica, "su propia política de Tolerancia Cero con las Ventanas Rotas de su vida." Una política de tolerancia cero "con esa Mierda De Ventanas Rotas del Patriarcado".

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía...

CARTA DE MARÍA MAGDALENA, de José Saramago

De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor.  Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, pero de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando, porque Jesús me besaba delante de todos los discípulos una ...