"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...
Me encontré con la ‘pieza’ hace unos días en el informativo de una cadena nacional (Telecinco o Antena 3, no lo recuerdo ahora; supongo que lo emitirían todas —por cierto, en horario de protección infantil…—) y aunque los largos años de trabajo en la materia ya me tienen bastante curado de espantos de ese tipo, la verdad es que me agrió el almuerzo. Desesperante. Y lo peor, observar la cantidad de críos que había observando aquello (y disfrutando del ‘evento’ con toda naturalidad), garantizando la perpetuidad de la barbarie en su entorno. Cuánto queda por trabajar…
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y hasta pronto.
Parece mentira que en nombre de la religión y las "costumbres", se sigan cometiendo éste tipo de atrocidades. Mujeres, hombres, niños, homosexuales, personas con malformaciones... cualquier "excusa" es buena en nombre de "Dios", "Alá", "Mahoma" o cualquier ser superior.... Triste, penoso, descorazonador, verguenza de pertenecer a la condición humana
ResponderEliminar