La misma noche de la entrega de unos Oscars previsibles y nostálgicos veo la última película de Steve McQueen y entiendo por qué no ha recibido ninguna nominación. SHAME es justo lo contrario a la mayoría de las películas nominadas y premiadas. Es como puñetazo que te sacude las entrañas y que te deja, como al protagonista, desnudo ante las inclemencias de la contemporaneidad. La historia de Brandon, un hombre encerrado en los laberintos que le genera la adicción al sexo, es un retrato incisivo, doloroso, del desconcierto del hombre moderno. De su desamparo. De su vulnerabilidad. Más allá del círculo "vicioso" en el que está encerrado el protagonista, SHAME es un recorrido visual - no sólo estético, también ético - sobre las heridas de un hombre aparentemente triunfador pero en esencia derrotado. Es además un análisis sobre tres factores que los hombres hemos siempre digerido mal: el cuerpo, el deseo, las emociones. En este sentido, la película de McQueen es una brutal disec...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez