Ir al contenido principal

CONMIGO O CONTRA MI

"Son declaraciones equivocadas, pero Rascón es mi amigo y yo no juzgo a los amigos nunca. Sólo los quiero", ha dicho José Antonio Griñán, al tiempo que ha añadido que "cada cual tiene derecho a decir lo que piensa" y, por tanto, "pienso que se ha equivocado, nada más".


Me llegan desde mi pueblo natal todo tipo de rumores y comentarios sobre los efectos que ha provocado la publicación de mi artículo "Cabra, mayo de 2011" en el Diario Digital "Sur de Córdoba"(www.surdecordoba.com/opiniones). En él hago una reflexión crítica sobre lo bueno y lo malo de estos últimos cuatro años de gobierno de izquierdas (PSOE+IU) en  mi ciudad natal.  Evidentemtente puedo haberme equivocado en mis juicios, puedo haber sido especialmente riguroso en los términos y duro en las palabras, pero lo que nadie podrá negarme - nadie que se califique a sí mismo como demócrata - es mi derecho a manifestar libremente mi opinión. En definitiva, mi sagrado "derecho a equivocarme".

Me ha llamado especialmente la atención que argumentos que hace cuatro años fueron usados por los que se escandalizaron por mi artículo de apoyo a la entonces candidata y ahora actual alcaldesa se conviertan ahora en instrumentos de ataque por los que entonces me subieron a los altares. Está claro que ni entonces yo era tan maravilloso como algunos pretendían ni ahora soy un traidor. Soy el mismo antes que ahora. La misma persona que es libre para opinar, para juzgar a sus representantes, para proponer alternativas, para indignarse (lo cual en los últimos tiempos no es díficil) e incluso para equivocarse en sus juicios. Todo ello desde una posición progresista, de izquierdas si se quiere, pero afortunadamente no deudora de la disciplina de ningún partido.

Lo que más me ha molestado de las reacciones que indirectamente me han llegado (todas indirectas, nadie ha querido, o se ha atrevido, a dialogar civilizadamente conmigo), es que el artículo esté siendo usado por los sectores más conservadores a los que nunca he apoyado ni apoyaré. Que quede claro que no busco cobijo en los abrazos del PP ni tampoco que José Antonio Nieto, al que respeto y con el que he tenido más de una conversación amistosa y educada, me busque un puesto en sus listas. Entre otras cosas porque yo tengo mi vida resuelta, mi tiempo muy lleno y me gusta la política como ciudadano que se siente comprometido y responsable. Todo ello por no hablar de lo que estimo que son mis principios ideológicos que tan reiteradamente he hecho públicos.

En fin, lo que todo esto me demuestra es que, hoy por hoy,  cuesta todavía mucho creer en los valores de la democracia. Sobre todo por unos partidos absorbidos por la lógica frentista del "o estás conmigo o estás contra mí" y por unos representantes a los que les cuesta entender que el tesoro más preciado de un hombre y de una mujer es su autonomía. Algo que sobre todo parece escocer a los que evidentemente no se sienten del todo libres... o a los que se incomodan con facilidad cuando un espejo les devuelve su propio rostro. Lo cual, queridos alcaldes y alcadesas, concejales y concejalas, no es más que un efecto tremendamente positivo de las reglas del juego democrático. Esas sobre las que no estaría de más impartir algún que otro curso a ciudadanos y representantes. Para que de una vez por todas asumamos que, como dice Anthoy Giddens, la autonomía, es decir, "la capacidad de los individuos de reflexionar por sí mismos y de autodeterminarse", es el nervio sin el que el músculo de la democracia se envilece y corrompe.

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía...

CARTA DE MARÍA MAGDALENA, de José Saramago

De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor.  Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, pero de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando, porque Jesús me besaba delante de todos los discípulos una ...