En estos tiempos de tanta desilusión, la victoria de Tomás Gómez en las primarias de Madrid es una más que buena noticia. En primer lugar, porque nos permite reafirmar lo importante que es la democracia interna de los partidos y consolida la idea de que mecanismos como el desarrollado en Madrid y en otros lugares deberían convertirse no en una excepción sino en la regla. En segundo lugar, porque el triunfo de Tomás Gómez nos indica que algo empieza a moverse dentro de un partido socialista que lleva ya un tiempo aquejado por la mediocridad y vanidad de sus dirigentes y, lo que es peor, por la incapacidad para ilusionar a los que nos sentimos ideológicamente cercanos. Tomás Gómez, y todo lo que su designación como candidato representa, constituye una puerta que se abre, un soplo de aires fresco, una nueva oportunidad para seguir confiando en la fuerza transformadora del socialismo. Es evidente que aún tiene mucho que demostrar, pero, de momento, ha sabido plantarle cara al "aparato" y nos ha demostrado que el tiempo de ZP ha empezado a descontar horas. Otras alternativas son posibles es lo que en definitiva nos ha venido a decir un valiente Tomás Gómez - que ha sabido además manejar su campaña con maestría y atractivo - , lo cual, en estos momentos de zozobra, es como una inyección de ánimo para los que, con nuestro corazón socialista al borde del infarto, llevamos meses presas de la decepción...
"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...
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