El Derecho es una ficción y se nutre de ficciones. Es un producto de la racionalidad humana, aunque a veces nos cueste reconocerlo como tal, mediante el cual organizamos la convivencia de manera pacífica, para lo que se sirve de normas e instituciones que limitan nuestras libertades al tiempo que articulan derechos y obligaciones. El Derecho se sirve de muchas categorías – en nuestro caso, procedentes muchas de ellas del Derecho Romano – para clasificarnos en cuanto individuos, las cuales son fruto de convenciones y reflejo, en definitiva, del marco cultural y de poder en que fueron engendradas. Pensemos por ejemplo en una categoría tan evanescente como la edad, y no solo porque el paso del tiempo la vaya modelando, sino porque está sometida a permanentes debates en torno a qué madurez entendemos suficiente para el ejercicio de determinados derechos. En este sentido, los ordenamientos jurídicos modernos han ido reconociendo un cada vez más amplio margen de actuación a las persona...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez