Una casa llena de libros. Así definió José Saramago la vivienda en la que pasó la mayor parte de sus últimos 18 años y en la que, entre otras, escribió obras que parecen escritas al hilo de acontecimientos presentes como Ensayo sobre la ceguera. Ni en mis mejores sueños pude imaginar que un día yo estaría en esa casa, gracias a la hospitalidad de dos familias, la Saramago-Del Río y la Pérez-Fígares/Del Río, y que presentaría en su Biblioteca uno de mis libros. Lo que he podido vivir en ese espacio de acogida viene a cerrar una especie de círculo mágico que sin darme cuenta empecé a recorrer cuando hace décadas leí entusiasmado los Cuadernos de Lanzarote , ese lugar donde la escritura de Saramago se transformó en una suerte de bisturí capaz de abrir las conciencias de los lectores. Los olivos, el olmo y los granados del jardín, la cocina para conversar y tejer vínculos, el estudio donde José escribía sobre una mesa de pino con las patas mordidas por sus perros. Fui incorporando a ...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez