Dice Cesc Gay que ya estaba harto de que los hombres fueran el centro de sus películas. Él es, sin duda, uno de los directores que mejor ha retratado los momentos críticos que atravesamos los tíos en unas décadas en las que las mujeres han ido conquistando autonomía y, poco a poco, han ido desmontando roles de género y expectativas en las que todas y todos habíamos sido socializados. Su película Una pistola en cada mano (2012) sigue siendo hoy en día una de las radiografías más inteligentes de la desubicación de los varones en una época donde tantos, por cierto, se sienten agraviados y resentidos. Con la ayuda impagable de Eduard Solá, el guionista de moda, se ha desmarcado de esa línea tan presente en su filmografía y ha puesto el foco en una mujer que, a punto de cumplir los 50, se replantea su vida. Decía el director esta semana en el coloquio que siguió al preestreno que tenía a su alrededor varias mujeres que justamente estaban en ese momento vital y que eso fue de algu...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez