En este mundo de trincheras identitarias, el mercado ha encontrado un nicho perfecto en lo LGBTIQ+. La industria audiovisual, que más allá de lo creativo no busca sino consumidores ávidos de productos, se está dejando llevar por esa corriente en la que podemos encuadrar películas y series que nos dibujan una realidad sin aristas. Empaquetada con papel de colores y purpurina. Sin recato alguno en la reproducción de roles y estereotipos, además de continuista con respecto a las pautas y valores del ecosistema heteronormativo, contra el que se supone que estábamos luchando. En muchos casos pareciera que con reducirlo todo a amores y desamores, músicas nostálgicas y acontecimientos eufóricos, el producto habría pasado el filtro de lo políticamente correcto y, en consecuencia, y es algo que nos debería hacer sospechar, es capaz de recabar audiencias exitosas. Lo cual significa que incluso quienes no están por la labor de desmontar el orden binario de género, sino más bien al co...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez