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Mostrando entradas de octubre, 2024

LA INFILTRADA: El pulso y la mirada de Arantxa

  Con frecuencia la cultura es un espacio que, a diferencia de los estrictamente políticos, evidencia las conquistas democráticas y la superación de los lastres que durante décadas dificultaron la convivencia en libertad. A mucha distancia de lo que sigue ocurriendo por ejemplo nuestro Parlamento, en el que algunos partidos siguen usando a las víctimas del terrorismo de ETA como arma arrojadiza y dan evidentes muestras de no haber asumido que afortunadamente pusimos a fin a uno de los más dramáticos episodios de nuestra existencia común, el que se estrene una película como “La infiltrada” es la mejor señal de que estamos en otra “pantalla”. De que la sociedad española, en general, ha sido capaz de pasar página, lo cual no quiere decir – ojalá - que se haya quedado sin memoria, y de que por tanto puede acercarse a unos años terribles con miradas que nos revelan historias, personajes y acontecimientos que durante tanto tiempo estuvieron cubiertos por el velo del terror. Que ahora una nar

UNAS ESCUELAS DE CINE

  Supongo que la mayoría de las mujeres y de los hombres de mi generación tenemos muchos recuerdos ligados al cine. A la experiencia de vivir en una sala a oscuras, y rodeados de extraños, ese singular proceso que te lleva a empatizar con otros, a emocionarte con vivencias ajenas y a abrir ventanas en un mundo que, al menos entonces, era mucho más pequeño que el presente. Aunque es cierto que en la actualidad consumimos más productos audiovisuales que nunca, el ritual de ir al cine se ha convertido en minoritario y me temo que estamos educando a generaciones que carecerán de memoria cinematográfica. Quizás porque para los y las más jóvenes lo relevante es vivir acontecimientos puntuales, apurar instantes hasta el máximo y dejarse arrastrar por un presente que les cortocircuita la melancolía y les ahorra los augurios. Todo eso además en el contexto de una soledad narcisista que tan mal casa con las exigencias conversacionales de la democracia. Las películas, que siempre han sido para mí

LA MADRE: Anne contra la mística de la feminidad.

  Como hombre que soy creo que nunca seré capaz, por más que haga un esforzado ejercicio de empatía, de entender lo que la maternidad supone para las mujeres. Todo lo que social y culturalmente el patriarcado ha marcado sobre sus vientres y sus manos cuidadoras, incluso las de aquellas que deciden no tener hijos. Por más que haya leído a Adrienne Rich y haya observado y escuchado atentamente a la madre de mi hijo, soy consciente de que se trata de un espacio y una vivencia que siempre me resultarán ajenas. Me conmocionó hace unos años la lectura de los testimonios que Orna Donath recogió en su libro “Madres arrepentidas”, como ahora me interpela la contundencia con que tantas chicas jóvenes deciden no ser madres. Algo que para la mía no fue un horizonte posible. Por el contrario, para ella, como para tantas de su generación, era el mandato que daba sentido a sus vidas. Tal y como lo vive Anne, la protagonista de   La madre , el inteligente y complejo texto de   Florian Zeller   que aca

LOS DESTELLOS: Las virtudes en femenino

  Según el diccionario de la RAE, un destello es un “resplandor vivo y efímero, ráfaga de luz que se enciende y amengua o apaga casi instantáneamente”. Se me ocurre que no habría ningún problema en cambiar destello por vida y la definición funcionaría igualmente. Supongo que algo así es lo que ha pretendido sugerirnos Pilar Palomero con el título de su última película, basada en un relato de Eider Rodríguez, cuyo título, “Un corazón tan grande”, incluso perfila mucho mejor la potencia de lo que nos cuenta. Siguiendo el mapa que la directora ya había trazado con sus dos anteriores películas,   Las niñas   y   La maternal , la directora vuelve a poner el foco en esas dimensiones de lo cotidiano que no han merecido una singular atención en los relatos cinematográficos. Un recorrido que viene a constituir casi un tríptico cosido por la encarnación de la vida en las mujeres, en sus cuerpos y en sus emociones, en ese lugar que todavía hoy siguen ocupando en un mundo hecho a imagen y semejanz

LA VIRGEN ROJA: De jardines, batallas y autonomía

  Hay en el cine de Paula Ortiz una constante que no es otra que reflejar la lucha de las mujeres por liberarse de diferentes prisiones. Esa pelea contra los barrotes de la jaula estaba presente en   De tu ventana a la mía , en   La novia   y no digamos, en clave teológica y espiritual, pero también política, en Teresa.  Con todas ellas, su última película,   La virgen roja   constituiría una suerte de tratado en el que podríamos recorrer, por distintas épocas de la historia de nuestro país, cómo mujeres distintas, pero sometidas a unos mismos carceleros, han ido abriendo ventanas. Liberándose de amores posesivos, de familias castradoras o de púlpitos donde el verbo era cosa de los dioses, o sea, de los hombres. Todo eso Ortiz nos lo ha contado siempre con una tendencia, a veces excesiva, a recrearse en las formas, empeñada en coser, y no siempre de manera acertada, ética y estética. En este sentido, su voz es una de las más personales y reconocibles en la hornada de directoras español