Te ruego, única diosa en la que creo
Que la templanza, la alegría y la ternura
Me acompañen en mis vértigos, desvelos y oportunidades
Que las benditas contradicciones que me habitan
Y que el tiempo sea tan suave
Como la arena que piso
Horizontal, cuidadoso y ancho
Te ruego que me salves de la melancolía
Y que esperanzado sienta
Como siguen creciendo alas en mi espalda.
Que las únicas batallas en que participe
Sean de palabras y razones
Y que siga día a día
Quitándome las máscaras de hombre que me dejan mal herido
Te ruego que no me falten libros, amores y bizcochos de canela y limón
Que la culpa no me impida mirarme en el espejo
Y que nunca renuncie a mirarme en el espejo de los demás
Te ruego, atlántica mar,
Qué nunca los veranos dejen de ser promesa
Y que camino de septiembre
No me falten cuadernos ni mochilas por estrenar.
Que cada agosto, memoria y utopía, sea un templo en el que orar.
En el que mi salado corazón de Orlando descubra, al fin,
las algas con las que hilvano sábanas blancas manchadas de café.
Cádiz, 16 de agosto de 2022
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