Ir al contenido principal

FEMINISTA

Vivimos, como hace ya tiempo apuntó Catherine Mackinnon, en sociedades formalmente iguales pero en la que siguen reproduciéndose las estructuras propias del patriarcado. Este, en alianza cada vez más estrecha con un neoliberalismo que suma individualismo posesivo y el denominado por Ana de Miguel "mito de la libre elección", se rearma permanentemente a pesar de todas las conquistas que hemos alcanzado en materia de igualdad de género. Las leyes, sin embargo, no bastan para superar unos lastres que tienen que ver con la construcción de las subjetividades y con un orden cultural basado en la universalidad masculina y en la devaluación de lo femenino. En este "patriarcado de consentimiento", como bien lo califica Alicia Puleo, las discriminaciones persisten y se vuelven perversas. Bajo la apariencia políticamente correcta de igualdad, el patriarca continúa mostrando sus fauces y se rebela contra cualquier política que pretenda acabar con alguno de sus privilegios.
En estos malos tiempos para la igualdad, y en los que las mujeres vuelven a ser las traicionadas de todos esos movimientos que pretenden cambiar el mundo, es más necesario que nunca posicionarse activamente y asumir que todas y todos tenemos una cuota de responsabilidad en la transformación radical que piden a gritos nuestras sociedades. No es tiempo ni de silencios cobardes ni de omisiones cómplices. Es justo ahora, cuando el machismo gana terreno y la ley de la selva perjudica a las personas más débiles, que como demócratas deberíamos comprometernos en la lucha por la igualdad. Todas y todos, mujeres y hombres. Porque no se trata de una cuestión de ellas, que efectivamente son las principales víctimas de un régimen heteropatriarcal, sino de todos los que pensamos que sin igualdad efectiva no puede haber auténtica democracia.
La llave para lograr la gran transformación pendiente de unas sociedades que dicen creer en los derechos no es otra que el feminismo. Un pensamiento devaluado, sometido insistentemente a críticas sin fundamento y objeto de mil dardos que suelen proceder de los prejuicios, la ignorancia y el miedo a perder poder. El feminismo, que es una teoría crítica de la dominación, pero que también implica una praxis emancipadora, constituye un proyecto ético que persigue una mejor Humanidad, un planeta que deje de ir muriendo bajo la lógica de un sujeto depredador y una construcción de las subjetividades que nos haga a todas y a todos mucho más felices.
En este 8 de marzo de incertidumbres políticas, de machitos que compiten en el Parlamento y de cifras vergonzantes que nos siguen demostrando que las mujeres son las más vulnerables entre los vulnerables, urge llevar a la práctica una agenda feminista que incida en el núcleo del poder. Una propuesta ciertamente revolucionaria, ya que implica la remoción de los presupuestos que durante siglos nos han hecho a nosotros la parte privilegiada del contrato, y en la que todos deberíamos ser compañeros y cómplices de ellas, aprendices de tantas enseñanzas que nos pueden aportar las que llevan siglos peleando, coadyuvantes en una transformación sin la que difícilmente llegaremos a ser una democracia avanzada.
Por todo ello, creo que la mejor manera de celebrar este día de las mujeres no es otra que reconocer todo lo que el feminismo ha aportado a la salud de la democracia, todo lo que las feministas han trabajado y trabajan por la justicia social y todo lo que los hombres, deberíamos dejar de callar y deberíamos convertir en energía violeta que atraviese nuestras vidas y que nos haga merecedores de ese adjetivo que con orgullo lideran mis maestras. Es el momento pues de dejarnos de palabrería, convencidas y convencidos de que la revolución o será feminista o no será. Una revolución que deberíamos empezar hoy mismo señalando a quienes reproducen el machismo y que debería continuar con la construcción de un mundo en el que los principios democráticos abandonen los púlpitos masculinos y se hagan al fin patrimonio de todas y de todos.
Las fronteras indecisas, Diario Córdoba, 7 de marzo de 2016
http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/feminista_1023774.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía...

CARTA DE MARÍA MAGDALENA, de José Saramago

De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor.  Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, pero de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando, porque Jesús me besaba delante de todos los discípulos una ...