Ir al contenido principal

DEMOCRACIA: Tras el rastro de versos y libélulas

"Pero Marco no permitirá eso, Marco se aferrará a ella, la protegerá de la Democracia y del Estado de Bienestar".


Este párrafo, que encierra un mensaje que puede sobresaltar a quien no haya leído la novela, es uno de los últimos que el lector encontrará en una de las historias más potentes, incisivas y reveladoras que he leído en los últimos meses. Esas palabras nos revelan la honda mirada que sobre la realidad social y política de este mundo en crisis realiza el autor, algo no muy habitual entre los escritores españoles contemporáneos. A través de la historia de Marco, que es despedido de su trabajo en septiembre de 2008 el mismo día que cae Lehman Brothers, Pablo Gutiérrez disecciona con un puñal afilado, poético en  muchas ocasiones, hiriente y lúcido siempre, las aristas del contexto que nos ha tocado sufrir. El de una crisis que no es sólo económica, sino también política, ética. La que incluso viene a dotar cada día de mayor contenido la durísima sentencia de Schonpenhauer que se recoge en uno de los capítulos: "El Estado no es más que el bozal que tiene por objeto volver inofensivo a ese animal carnicero, el hombre,  y hacer que tenga el aspecto de un hervíboro".


Pablo Gutiérrez no deja títere con cabeza. Su puñal va diseccionando todos los rincones de un modelo social, político y económico que cada día nos hace más vulnerables, que nos deja indefensos frente a los poderes invisibles, que nos retrotrae al homo hominis lupus que quizás solo habíamos enclaustrado en una jaula con barrotes de plástico. La peripecia de Marco, que acaba siendo una especie de náufrago en una ciudad que lo ha hecho invisible, refleja en su aliento de anti-héroe todas las miserias pero también todas las potencialidades que el ser humano encierra. Marco es una víctima anónima del sistema, como tantas otras, pero también se convierte en un héroe no reconocido, en un eslabón al que le falta encontrar una cadena firme, en una especie de gigante imaginado por Swift. 

DEMOCRACIA es una novela que deja al descubierto todas las ficciones de un siglo que, paradójicamente, pensamos que era el del triunfo de un régimen de libertades que nos protegería siempre del infortunio. Pablo Gutiérrez pone diferentes rostros a la crisis, a los que la han provocado y a los que la sufren, e imagina una especie de anarquía poética, una utopía en medio del fango, una revolución que parece condenada a vivir en los suburbios o en los sótanos abandonados. Un futuro que tiene nombre y cuerpo de Niña. La promesa de una Ciudad Nueva. "Las cuadrillas de limpieza usan cloro y disolvente, Marco y la Niña usan tiempo y nadaquehacer, el combate es desigual". 

La ambición, el trabajo, los "sentimientos del siglo XX", la realización personal construida sobre las renuncias, el fundamentalismo del mercado, George Soros y su paradójica cruzada antisistema, la sociedad abierta de Popper, las ansiedades, la libertad y la igualdad formales, los vagabundos, Marco en busca de su mamá, los versos que ya no cuentan, dónde quedó Rubén Darío, la usura y la Biblia. "Si tu hermano se queda en la miseria y no tiene con qué pagarte, tú lo sostendrás como si fuese un extranjero o un huésped, y él vivirá junto a ti. No le exijas ninguna clase de interés: teme a tu Dios y deja que viva en tu casa" (Levítico).  Un río de aguas turbias que mancha de fango los derechos humanos y que nos deja como a Marco, perdidos entre la anarquía que grita contra todo y la necesidad de buscar un futuro en otro sistema. No en esta democracia, no en este estado de bienestar. No bajo el paraguas de unos regímenes políticos que han claudicado ante los especuladores y que ni siquiera son ahora capaces de sostener el discurso mesiánico de las libertades. Una utopía de "versos en la parada de autobús, bandadas de Macromaquia en la cúpula de la caja de ahorros, libélulas dibujadas en el fénix de la compañía de seguros". 

Me quedo con ese posible futuro que anuncian las últimas páginas del libro:  Marco y la Niña se quieren. En ellas atisbo una pequeña puerta por la que escapar del Nuevo Orden Mundial, en el que "los hombres y las mujeres de la nueva estirpe ya no se llamarán hombres y mujeres sino soros y willards, la humanidad dejará de ser Humanidad, la economía se convertirá en teología". Es posible pues ponerle fin al docudrama. Pablo Gutiérrez lo hace en su magnífica novela, en su desgarradora y poética novela. A través de unas páginas que nos dan múltiples bofetadas pero que también nos invitan a seguir el rastro de los versos y las libélulas. 

Entrada publicada en THE HUFFINGTON POST:
http://www.huffingtonpost.es/octavio-salazar/democracia-tras-el-rastro_b_4212664.html?utm_hp_ref=spain

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un n