"El sentimiento de desear la paz, y ansiar que otros vinieran en ayuda de mi país, de condenar el armamento por un lado y sin embargo pedir armas por otro, de sentir devoción por la vida humana pero desear su destrucción a veces son sentimientos contradictorios que han reafirmado otros. Entre ellos la convicción de que la democracia es el único sistema político en donde la gente puede ser feliz.
El odio es la fuerza más destructiva que un país puede sufrir y la libertad el más preciado de los dones. No me refiero sólo a la libertad política, que es por supuesto fundamental. Hablo también de la económica y de otro tipo de libertad que permite al hombre crecer y desarrollarse de acuerdo con los dictámenes de su corazón. Existen muchos tipos de esclavitud y no es menos degradante aquella que nos impide hacer uso de nuestras posibilidades creativas".
Isabel Oyárzabel Smith es una de esas mujeres convertidas en invisibles en una historia escrita por los hombres. Nacida en Málaga en 1878, fue actriz, periodista, embajadora y, sobre todo, una mujer comprometida con la causa republicana. La que defendió en foros internacionales, desde su cargo de embajadora en Suecia, la que le llevó, como a tantos españoles y tantas españolas, al exilio mexicano donde murió en 1974. Sin que en España hubiera muerto todavía el dictador.
Isabel fue una mujer valiente, luchadora, pacifista y feminista, que contempló tremendamente decepcionada como las democracias mundiales dejaban sola a la República española. Sus memorias, escritas con el combativo título de Hambre de Libertad, fueron traducidas el año pasado y al fin publicadas en nuestro país. Su lectura debería ser obligatoria para quienes quisieran no sólo conocer el fin del sueño republicano sino también el protagonismo que muchas mujeres tuvieron en esos momentos de nuestra historia. Indispensable para quienes crean que la paridad es sólo cuestión de números.
En toda su vida, en la narración de lo que batalló personal, profesional y políticamente, late una mirada de género que nos pone al descubierto cuántas esperanzas se vieron frustradas en el 36. Sirva a título de ejemplo lo que escribe tras el nacimiento de su segundo hijo que fue mujer, toda una declaración en apenas dos líneas sobre el lugar de las mujeres en el orden patriarcal:
"Sin duda se vería obligada a soportar el dolor para dar a luz un nuevo ser, pero no habría de morir matando a otras personas en una guerra".
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