Dos hombres de mediana edad, blancos, cisheteros, padres y que trabajan por tejados y chimeneas noruegas como deshollinadores comparten una conversación íntima, algo no muy habitual entre machotes, que va a remover las piezas de su hombría. Uno de ellos le confiesa al otro que ha tenido sexo con otro hombre, un cliente, y que le gustó. Que se sintió mirado con deseo, sin ningún tipo de expectativa y que se dejó llevar, aunque le insiste en que no es homosexual y que no volverá a repetirse. El amigo, que previamente le había contado un sueño recurrente en el que David Bowie lo miraba como si fuera una mujer, se siente turbado y apenas si encuentra las palabras para reaccionar, más allá de mostrar su extraña y sus temores. La sombra de la duda que de repente pone patas arriba el edificio de la masculinidad. Ese es el arranque de Sex , la primera parte de una trilogía que ha culminado con Dreams , la reciente ganadora del Oso de Oro de Berlín, y en la que e...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez