Ir al contenido principal

COITUS INTERRUPTUS

DIARIO CÓRDOBA, 21-5-2012

Durante mucho tiempo creímos que el progreso era irreversible y que, pese a sus imperfecciones, el Estado Social y democrático de Derecho era la estructura más adecuada para perseguir el bienestar y la justicia. Nos agarramos con fuerza a  los paradigmas de la razón ilustrada y convertimos a los derechos humanos en una religión que, a pesar de sus incontestabilidad, no fue capaz de desterrar a los dioses patriarcales. Nos embarcamos entusiasmados en eso que Marina llama "liturgia de la anticipación", es decir, nos convencimos de que, desde la política, era posible trabajar por un futuro en el que los derechos irían extendiéndose y haciéndose efectivos. Pensamos que la democracia era la única herramienta posible para construir un porvenir de libertad, igualdad y fraternidad. La felicidad política a través de la confianza ciega en la capacidad ordenadora de la razón y en el juego provechosamente conflictivo del pluralismo político.

Hoy, sin embargo, nos sentimos prisioneros del desasosiego ante una crisis que, más allá de la económica, lo es de todo un sistema de referencia y de un modelo que durante décadas nos ofreció una más que confortable seguridad. Ahora, por el contrario, este horizonte se quiebra, lo cual supone a su vez la muerte lenta de aquellas ideologías que confiaron en una progresividad de los derechos guiada más por la igualdad que por la libertad.

La prueba más evidente de este fracaso son los recortes que los gobernantes de todos los colores están realizando en la enseñanza pública. La educación es derecho político por excelencia, en cuando que en él está el germen de una ciudadanía éticamente comprometida, además de ser el baluarte para el progreso económico y social de un país. Su limitación, por tanto, conduce a un deterioro irreversible de la democracia y al cierre de las puertas que mejor podrían garantizar un crecimiento sostenible.

Todos nuestros gobernantes, en estos momentos en que las ideologías --como la soberanía-- son líquidas, se han bajado los pantalones ante las exigencias de unos poderes privados a los que no se han atrevido a controlar jurídicamente y nos han demostrado, de manera flagrante los de izquierdas, lo débil de su compromiso con la educación como derecho social. Porque aunque no se haya llegado a tocar directamente el carácter universal y gratuito de la enseñanza obligatoria, los recortes a aplicar van suponer una caída en picado de su calidad y, por tanto, de su efectividad. Porque también afecta a la calidad del sistema la reducción del profesorado, la bajada de sueldos y complementos, el maltrato sistemático de quienes deberían ser principales aliados de la transformación social y, con él, la pérdida de estímulos y el consiguiente clima de acritud poco propicio para el feliz desenvolvimiento de sus tareas. Todo ello por no hablar de la herida de muerte infligida a la enseñanza superior, la cual ahondará aún más el pozo en el que hace años lleva la Universidad gracias a unas políticas que parecen diseñadas por el principal enemigo de la calidad y del reconocimiento objetivo del mérito y la capacidad. Eso sí, mientras tanto, no deja de inyectarse dinero de todos a la banca y de eludirse la responsabilidad que tantos de nuestros representantes tienen en los descalabros de nuestro sistema financiero.

Todos los que tenemos hijos contemplamos con angustia el presente porque no podemos evitar mirar hacia el futuro. Como hace años escribió Belén Gopegui, "solo podemos vivir hacia delante, hacia la ideología que recibirán de nosotros nuestros hijos". Yo miro al mío y se me cae la cara de vergüenza ante la ideología que le vamos a dejar en el mundo que le tocará vivir. Y siento entonces que mi corazón de izquierdas late con dificultad, sobre todo cuando contemplo a los que hace tiempo dimitieron del hacer. Un verbo que marca la diferencia entre el cinismo y la credibilidad.



Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad ...

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía...

CARTA DE MARÍA MAGDALENA, de José Saramago

De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor.  Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, pero de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando, porque Jesús me besaba delante de todos los discípulos una ...