DIARIO CÓRDOBA, 21-5-2012 Durante mucho tiempo creímos que el progreso era irreversible y que, pese a sus imperfecciones, el Estado Social y democrático de Derecho era la estructura más adecuada para perseguir el bienestar y la justicia. Nos agarramos con fuerza a los paradigmas de la razón ilustrada y convertimos a los derechos humanos en una religión que, a pesar de sus incontestabilidad, no fue capaz de desterrar a los dioses patriarcales. Nos embarcamos entusiasmados en eso que Marina llama "liturgia de la anticipación", es decir, nos convencimos de que, desde la política, era posible trabajar por un futuro en el que los derechos irían extendiéndose y haciéndose efectivos. Pensamos que la democracia era la única herramienta posible para construir un porvenir de libertad, igualdad y fraternidad. La felicidad política a través de la confianza ciega en la capacidad ordenadora de la razón y en el juego provechosamente conflictivo del pluralismo político. Hoy,...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez