"Ya que sabe leer y escribir, puede hablar de sí misma. No necesita las voces ni las palabras de nadie. Tampoco necesita que le creen un personaje. La protagonista es ella misma” Agustín GÓMEZ ARCOS, Ana no Nuestra memoria es muy caprichosa. Nunca entenderé por qué hay recuerdos que nunca se borran, y que incluso aparecen insistentes cada cierto tiempo, y otros que acaban diluidos en ese magma con frecuencia oscuro que es el pasado. Yo, que fui un niño raro y un adolescente más rato todavía, conservo solo fragmentos de aquellos años en los que este país estaba en plena transición y en los que en mi pueblo se vivía aún un orden de género que entonces parecía de hierro. Como buen niño disidente, aunque entonces desconociera esa palabra, siempre busqué refugio en el arte, en todo aquello que me ofrecía una belleza que en mis días me costaba encontrar y ya entonces, aún sin ser consciente del todo, empecé a tener la intuición de que había muchos silencios y secretos en un mundo - el d...
Sí, soy uno de los muchos espectadores que han sido zarandeados por la miniserie Adolescencia y que han admirado no solo su brillantez formal sino también la lucidez de sus creadores en el retrato de un fragmento de nuestro presente. La historia que nos plantea la serie británica, sustentada no solo en un montaje admirable sino también en unas interpretaciones impecables, tiene la capacidad de removernos y de dejarnos tocados porque nos habla de nosotros mismos, del aquí y del ahora, aunque lo haga poniendo el foco de manera más expresa en quienes viven esa etapa de la vida tan habitualmente compleja y turbulenta. Sin embargo, y esta es la clave sobre la que tal vez no estemos reflexionando suficientemente, lo que vemos en la pantalla hace que nos sintamos reflejados desde múltiples perspectivas. En mi caso, como padre, como docente y, claro, como hombre que vive en un contexto de privilegio y que lleva ya una larga temporada cuestionando el traje de la masculinidad...