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VICTORIA DE LOS ÁNGELES. Todo parecía tan sencillo.

"Ya que sabe leer y escribir, puede hablar de sí misma. No necesita las voces ni las palabras de nadie. Tampoco necesita que le creen un personaje. La protagonista es ella misma” Agustín GÓMEZ ARCOS, Ana no Nuestra memoria es muy caprichosa. Nunca entenderé por qué hay recuerdos que nunca se borran, y que incluso aparecen insistentes cada cierto tiempo, y otros que acaban diluidos en ese magma con frecuencia oscuro que es el pasado. Yo, que fui un niño raro y un adolescente más rato todavía, conservo solo fragmentos de aquellos años en los que este país estaba en plena transición y en los que en mi pueblo se vivía aún un orden de género que entonces parecía de hierro. Como buen niño disidente, aunque entonces desconociera esa palabra, siempre busqué refugio en el arte, en todo aquello que me ofrecía una belleza que en mis días me costaba encontrar y ya entonces, aún sin ser consciente del todo, empecé a tener la intuición de que había muchos silencios y secretos en un mundo - el d...
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ADOLESCENCIA sin relato

  Sí, soy uno de los muchos espectadores que han sido zarandeados por la miniserie   Adolescencia   y que han admirado no solo su brillantez formal sino también la lucidez de sus creadores en el retrato de un fragmento de nuestro presente. La historia que nos plantea la serie británica, sustentada no solo en un montaje admirable sino también en unas interpretaciones impecables, tiene la capacidad de removernos y de dejarnos tocados porque nos habla de nosotros mismos, del aquí y del ahora, aunque lo haga poniendo el foco de manera más expresa en quienes viven esa etapa de la vida tan habitualmente compleja y turbulenta. Sin embargo, y esta es la clave sobre la que tal vez no estemos reflexionando suficientemente, lo que vemos en la pantalla hace que nos sintamos reflejados desde múltiples perspectivas. En mi caso, como padre, como docente y, claro, como hombre que vive en un contexto de privilegio y que lleva ya una larga temporada cuestionando el traje de la masculinidad...

A COMPLETE UNKNOWN. Las diosas eran ellas.

  Nunca he seguido las andanzas de Bob Dylan ni tampoco he tenido en los altares a estrellas de la música. Con el paso de los años, además, he ido viéndole las costuras a la mayoría de esos genios hombres que, salvo excepciones honrosas, acaban siendo insufribles – todavía recuerdo con pesar los pesados protagonistas de Segundo premio , tan incapaces de quitarse su armadura de viriles caballeros -, con frecuencia más y   más a medida que van cumpliendo años. Ahora que no dejo de darle vueltas a la masculinidad y la vejez, no hago sino encontrarme con tipos de edad avanzada que se vuelven huraños, insoportables y prisioneros de un ego que transita entre la melancolía y el narcisismo. También es frecuente que en muchas de esas biografías haya mujeres encargadas de sostenerlos, como sin ir más lejos hace poco reconocía el mismo Joaquín Sabina cuando hablaba de las razones por las que ahora le resulta imposible separarse de su mujer, es decir, de su obediente cuidadora. No fui por...

UN HOMBRE LIBRE

  En mi proceso de superación de la masculinidad heredada, no ha sido fácil reemplazar tanto genio machote que durante décadas forjó mi identidad. Mientras que me ha resultado relativamente fácil incorporar a mi biblioteca las voces de tantas mujeres de las que nunca me hablaron, ando todavía en la tarea de nutrirme de una genealogía de varones disidentes, contestatarios, rebeldes frente a los barrotes de la jaula  de la virilidad. En este sentido, uno de los descubrimientos recientes ha sido el de Agustín Gómez Arcos , un completo desconocido en la memoria castrada de este país nuestro y uno de esos espejos en los que he podido leerme a mí mismo. En esa especie de singular epifanía que uno siente cuando al leer un libro, o rastrear una trayectoria, termina por abrazar ese reverso propio que nos resistíamos a querer.  El almeriense Gómez Arcos, que vivió buena parte de su vida exiliado en Francia, donde siempre gozó de reconocimiento y autoridad literaria, es uno de eso...

LAS NIÑAS NO QUERRÁN SER ANORA

  Desde que se convirtiera en la triunfadora de los Óscar, no he dejado de escuchar y leer comentarios sobre la película  Anora  que me han llevado a pensar que yo había visto una historia completamente distinta a la que algunas mujeres atacaban en redes sociales calificándola incluso de “mierdón” (sic). De ahí que incluso me sienta en la necesidad de volver a verla para comprobar si efectivamente mi condición de varón me nubló la vista. El análisis más sorprendente, precisamente, fue el de un hombre,  Boris Izaguirre , que, en un programa de Movistar, tras confesar que no la había visto, y siguiendo el testimonio de un amigo, la calificó como “la  Pretty Woman  del siglo XXI”. Aunque es evidente que cada espectadora y cada espectador vemos una película distinta, y ahí reside en gran medida la magia del cine, me han llamado la atención los ataques sistemáticos a la de  Sean Baker  por entender que romantiza la prostitución y que incluso la promuev...

AÚN ESTOY AQUÍ. La sonrisa de Eunice

  “No sé definir por qué pero me parece que esas ficciones guiadas por lo femenino tienen una capacidad narrativa de la realidad más amplia que con los personajes masculinos” Walter Salles   Veo  Aún estoy aquí  el mismo día que leo acongojado en los periódicos el dato que revela que un elevado porcentaje de chicos jóvenes consideran que en determinadas circunstancias es preferible un régimen autoritario a uno democrático. Como docente llevo ya años preocupado por esta deriva regresiva, tan peligrosa, que no deja de crecer entre las generaciones más jóvenes, tan desubicadas. Y tan desmemoriadas. Vuelvo a confirmar la urgente necesidad no solo de recuperar el sentido radicalmente republicano de la educación, sino también la energía transformadora de lo común, así como el ejercicio democrático de conocer y reconocer las luchas por los derechos, las quiebras de la dignidad humana, el dolor que atraviesa los cuerpos cuando son negadas las libertades. Pensé mucho en estas...

SEX. Mujeres y hombres desordenados

  Dos hombres de mediana edad, blancos, cisheteros, padres y que trabajan por tejados y chimeneas noruegas como deshollinadores comparten una conversación íntima, algo no muy habitual entre machotes, que va a remover las piezas de su hombría. Uno de ellos le confiesa al otro que ha tenido sexo con otro hombre, un cliente, y que le gustó. Que se sintió mirado con deseo, sin ningún tipo de expectativa y que se dejó llevar, aunque le insiste en que no es homosexual y que no volverá a repetirse. El amigo, que previamente le había contado un sueño recurrente en el que David Bowie lo miraba como si fuera una mujer, se siente turbado y apenas si encuentra las palabras para reaccionar, más allá de mostrar su extraña y sus temores. La sombra de la duda que de repente pone patas arriba el edificio de la masculinidad.     Ese es el arranque de  Sex , la primera parte de una trilogía que ha culminado con  Dreams , la reciente ganadora del Oso de Oro de Berlín, y en la que e...