"No todo el mundo puede convertirse en lo que desea ser". Estas fueron las primeras palabras que escribió Hirozaku Koreeda cuando empezó a escribir el guión de su película Después de la tormenta. Esa mirada sobre los sueños frustrados, sobre la realidad que se impone y sobre la estrechez a la que se reducen los horizontes, ha acaba siendo finalmente en la pantalla una mirada sobre la crisis que los hombres llevamos viviendo desde ya hace algunos años y que a mi parecer va a constituir una de las grandes cuestiones sociales y políticas del siglo XXI. El protagonista, Ryota, un escritor que no encuentra la manera de enderezar su vida, representa a la perfección el sujeto masculino que es prisionero de las expectativas - las personales y las sociales -, que arrastra como una cadena su estricta definición a través de los logros y que es incapaz de asumir que la fragilidad forma parte inevitablemente de cualquier ser humano y que, por tanto, el secreto de la felicidad consi...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez