Más allá del drama excesivo y pretencioso que Manchester frente al mar termina siendo, lo cual hace que sus virtudes se diluyan con la ayuda inestimable de un metraje al que le sobra como mínimo media hora, lo que más interesante me ha resultado de esta película, solo aparentemente indie, es el retrato que nos ofrece de un hombre herido, que arrastra no solo el pasado trágico que vivió sino también una manera de entenderse a sí mismo que le impide pasar página. En el personaje de Lee Chandler, el solitario y huraño hombre que tiene que volver a su comunidad de origen tras la muerte de su hermano y que deberá hacerse cargo de su sobrino de 16 años, confluyen buena parte de los rasgos que han hecho y hacen de la masculinidad hegemónica un cárcel para los que habitan en ella. Lee es un hombre al que le cuesta expresar sus emociones, incluso articular palabras que generen diálogos, que carece de habilidades para generar empatía, que parece vivir más para dentro que hacia afuera. U...
Cuaderno de bitácora de Octavio Salazar Benítez