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Mostrando entradas de 2023

FALLEN LEAVES. Ella, él y Chaplin.

Las salas de cine continúan siendo para mí ese espacio en el que me refugio y me salvo. En el que, como si fuera un ritual laico, vivo una suerte de epifanía, siempre, eso sí, que la película es capaz de sacudirme por dentro. De herirme y de sanarme al mismo tiempo. Ningún lugar mejor pues para huir del ruido ensordecedor de las navidades, de la feria en que hemos convertido estos días, de los colores estridentes y brillantes que nos engullen y se nos atragantan, como los mantecados que se nos quedan pegados en el paladar. Amenazándonos con quedarse ahí para siempre. Después de un año en que he disfrutado de muchas películas en la pantalla grande, no podía imaginarme que la última del 2023 sacudiría todas las anteriores y me reconciliaría con ese cine aparentemente pequeño que, sin embargo, nos habla de la Humanidad con mayúsculas. Con amor y con humor. Con ese lenguaje tan peculiar que Kaurismäki despliega y que lo sigue manteniendo como un outsider.   Fallen leaves , que arrastra mel

A FUEGO LENTO. La ciencia de la cocina y del amor

    “¿Qué es más bello? ¿Lo grande o lo pequeño? No hay que tomar partido. Lo bello es que las montañas sean grandes y las libélulas pequeñas; las catedrales grandes, las cerezas pequeñas. Lo bello es que tanto las cosas grandes, como las pequeñas, cada una a su manera, se hagan visibles ante nuestros ojos” Santiago Alba Rico   Siempre he admirado a quien es capaz de sacar música de un instrumento, como también a quien en la cocina sabe mezclar los ingredientes para conseguir un plato exquisito. Para mí siempre han sido ambas acciones como una suerte de amiga, un arte como el de quien hace con tela una escultura que se pega al cuerpo o el de quien diseña un edificio sabiendo con exactitud donde colocar pilares y ventanas. Hay en todas estas actividades mucho de inteligencia, pero también de emociones y de manos. Las manos siempre en movimiento: creando, inventando, fusionando, transformando. Las manos que parecen estar conectadas por dos hilos, invisibles para un aparato de rayos X, co

MAESTRAS

  Todas y todos crecimos en un mundo hecho a imagen y semejanza de los hombres. Los manuales que tuvimos en la escuela, como también los que nos forjaron en los institutos y luego en las facultades, estaban llenos de hombres geniales. Ellos, solo ellos, eran los constructores del pensamiento, los administradores del poder, los capaces de crear arte. Las mujeres, por el contrario, ocupaban el lugar de las musas, calladas y disponibles, ocupadas siempre en la tarea de servir y agradar. Con estas herramientas androcéntricas, y con frecuencia misóginas, asumimos unos imaginarios en los que ellas eran más objetos que sujetos. La Penélope que esperaba a Ulises, la María resignada y entregada a ser la madre del redentor, las mujeres fatales que nos llevaban a la perdición. Desde Salomé a Gilda, pasando por Carmen y tantos otros mitos imaginados por hombres. No solo nuestros manuales, también los museos, las salas de exposiciones o los espacios escénicos estuvieron durante siglos ocupados por

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

ROMEO Y JULIETA DESPIERTAN... y no abrazan la frágil y bella vejez

Debo confesar que fui al teatro sin muchas expectativas. La mayoría de las críticas que había leído de la obra no auguraban una noche de disfrute. Incluso amigos muy queridos, que ya la habían visto en otras ciudades, me habían insistido en lo fallido de la propuesta. No esperaba pues mucho de la relectura del clásico que fue una idea de José Luis Gómez, a la que ha puesto texto E.L. Petschinka y que ha dirigido Rafael Sánchez.     No obstante, el que Ana Belén estuviera al frente del reparto, siendo parte como es de mi biografía sentimental, era para mí argumento más que suficiente, como me imagino que lo era para buena parte del público que anoche llenó el Gran Teatro de Córdoba. En una de esas ocasiones donde ese espacio acaba siendo como un útero que nos acoge, mucho más cuando afuera solo hay el ruido ensordecedor de la feria en que ha acabado convertida la Navidad. Lo más opuesto, ahora que lo pienso, a la belleza que sigue esparciendo por las ciudades la niña de la calle del Oso

ESTO NO ES SUECIA: De crianzas pijas y paternidades imposibles

Siempre hemos mirado a los países nórdicos como una especie de paraíso en el que las políticas de igualdad contribuían a hacer más felices a la ciudadanía. Desde hace décadas, por ejemplo, todos los indicadores los sitúan como referentes en medidas de conciliación o en el apoyo a la maternidad. De hecho, en el último Índice realizado por el Instituto Europeo de Igualdad de género, España solo es superada por Suecia, Dinamarca y Países Bajos. En las últimas décadas es evidente que en nuestro país hemos avanzado de manera significativa en lo que a medidas legales se refiere, por más que los alabados permisos de paternidad tengan todavía muchas limitaciones, insistentemente denunciadas por la PPiiNA (Plataforma por los Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción), y por más que las medidas dirigidas a lograr una completa corresponsabilidad disten todavía mucho de haber alcanzado el horizonte de una paridad perfecta en lo privado. Además de que queda un largo camino por rec

ROBOT DREAMS. Sin palabras.

Sin palabras. Ni falta que hace. Las emociones al desnudo. La puñetera soledad. La necesidad de vínculos. La autonomía relacional que nos define aunque no queramos enterarnos. Un perro que es como un humano y un robot que es como un perro. En una bellísima Nueva York, tanto o más que en una de las viejas películas de Woody Allen. La amistad que es el como el amor o el amor que ojalá fuera como la amistad. Dos manos que se cogen, los dedos que se tocan. Amar es cuidar. El amor como un hogar. Pájaros que crecen y aprenden. Cobijo, alas, vida. Parejas y familias de animales fuera de la norma. Todo cabe. La diversidad animal que ojalá fuera la normalidad humana. Todos raros, todos diversos, todos diferentes. Sin géneros. Todos en tránsito. Orlando animal. El tiempo que pasa. Las estaciones. El frío que nos empequeñece y la primavera que nos despierta. El verano de mar y juegos. Entre medias, los días veloces. La memoria como refugio y el olvido como salvavidas. Amores que vienen y que van.

EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR. La memoria y la promesa como desafíos a la realidad

  “En el tren, retomó sus sueños de infancia, seguro de poder realizarlos en cuanto llegara al mar… El mar no tiene forma de cárcel, ni su condición, como la mina; el mar es libertad, espacios abiertos, horizontes… El mar: camino real para la huida hacia adelante, puerta de acceso a los grandes ríos, a las selvas vírgenes” Agustín Gómez Arcos,  El hombre arrodillado   Hay películas a las que se les perdonan sus imperfecciones y sus desequilibrios. La potencia de lo que cuentan es tan grande que es capaz de reducir a mínimos el armazón del relato y los andamios que sostienen el edificio. Son esas películas en las que late una suma de emociones tan multiplicadora que el espectador termina en la butaca a solas con su fragilidad. Una de esas películas es  El maestro que prometió el mar . Ayer tarde, al terminar de verla, necesité unos minutos, unos largos minutos, para recuperar el aliento, para hacerme con las fuerzas necesarias para levantarme de la butaca y abandonar la sala. A mi lado,

ANATOMÍA DE UNA CAÍDA y autopsia de una pareja

El título de esta magnífica, impresionante, brutal película, es engañoso. Y  lo es porque solo anuncia una parte pequeña de las múltiples capas que encierra. Es, claro está,  la anatomía – podríamos decir pericial y judicial – de la caída de un hombre por una ventana, al que no sabemos si asesinaron o se suicidó, pero es mucho más que eso. Es una disección profunda, como hecha por un bisturí empeñado en no dejar ningún recoveco sin recorrer, de una pareja, de los fracasos personales y de los angustias compartidas, de los egoísmos y de las frustraciones, de las dificultades para conciliar tiempos y ambiciones, del caos que siempre acaba siendo la vida en pareja. A través de un guion inteligente y que confía en el impacto de las palabras, de las dichas y de las no dichas, la película nos conduce a un laberinto en el que al final no acaba siendo tan importante saber la verdad como entender las razones de cada cual. De esta manera, Anatomía de una caída,  que es uno de los mejores dramas j

LA DESEABLE REVISIÓN FEMINISTA DE LA CONSTITUCIÓN

  Todavía a mi madre le tocó vivir la España en la que la mujer casada era una especie de menor de edad y en cuyo DNI se la identificaba por la dedicación a sus labores. Hoy su nieta, que acaba de cumplir 19 años, estudia en la Universidad, asiste a cursos y jornadas sobre igualdad y no duda en posicionarse como feminista. La primera abandonó sus estudios tras terminar el bachillerato y se volcó en su papel de esposa y madre. La segunda tiene clarísimo que por encima de todo está su proyecto profesional. Ellas dos son el mejor ejemplo de todo lo que ha cambiado este país en los últimos cuarenta años. Sin ir más lejos, el reciente índice de igualdad del Instituto Europeo de Igualdad de Género sitúa a nuestro país en el puesto número cuarto, solo superado por Suecia, Países Bajos y Dinamarca.     Nadie puede dudar de que los avances en políticas de igualdad y en instrumentos normativos han sido espectaculares muy especialmente en las últimas décadas. No obstante, los datos de la realidad

PANDATARIA. Hécuba que estás en los cielos

El día en que murió Concha Velasco se la recordó en el Gran Teatro de Córdoba, ese donde la vi por última vez representando una poderosa   Hécuba   dirigida por José Carlos Plaza, con un gran aplauso. Lo hicimos tras las palabras de Cayetana Guillén Cuervo que, emocionada, dedicó la función a quien cumplía años el mismo día que lo hacía su padre. Afuera, las luces navideñas iniciaban su proceso de domesticación anual. El teatro, que continúa siendo ese refugio donde todavía la palabra le gana el pulso a la imagen, se convertía más que nunca en una especie de útero.   En un día frío y triste en el que yo, me imagino que como tantos españoles y españolas, no dejé de recordar a esa prodigiosa actriz que la escena final de  Tormento  susurraba con furia “puta, puta, puta”, calificativos dirigidos a una Ana Belén victoriosa. Con ese ánimo, que huía de la calle y que necesitaba más que nunca el calorcito de la escena, me dispuse a disfrutar de  Pandataria , el último invento de Chevi Muraday