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Mostrando entradas de octubre, 2023

O CORNO. Los cuerpos de las mujeres

Los cuerpos de las mujeres. Cuerpos que paren y que abortan, que manan leche y sangre, que sienten y dan placer, que se arrodillan y que nadan, que se venden y que se compran, que todavía andan a la espera de ser reconocidos. Los cuerpos en los que inscriben las reglas del patriarcado. Cicatrices, grietas, ampollas. Todas esas ranuras por las que se escapa la dignidad y que nosotros -los patrones, los puteros, los magos- nunca quisimos ver.   De todas esas heridas nos habla  O Corno , la física y sensorial película de Jaione Camborda.  Un relato que comienza con el desgarro de un parto, narrado con toda la fuerza y el dolor que convierte en una hoguera el vientre de la madre, con una mirada que solo podía ser la de una mujer tras la cámara, y que acaba con otro parto, en este caso contado desde la esperanza. Entre ambos, una hilera de acontecimientos que nos muestran quienes siempre han sido las más vulnerables entre los vulnerables. Con una fragilidad bien atada a sus cuerpos, esa her

A LOS LIBROS Y A LAS MUJERES CANTO: El abrazo de la posibilidad

  En uno de esos días en que tanto me duele lo que veo a través de las pantallas- las muertes, los odios, los bandos, las trincheras -, y en que la angustia me va haciendo un agujero cada vez más profundo en las entrañas de mi cuerpo de hombre con privilegios, de nuevo el cine me salva. Y los libros, y las mujeres. Me dejo llevar por la poesía de A los libros y las mujeres canto y mi noche se convierte en un iluminado pasillo que me lleva a la mayor biblioteca del mundo. Y deseo, por qué no, morir aplastado por una estantería, con portadas de mis novelas favoritas cubriéndome el rostro y con páginas arrancadas haciendo de mortaja. El documental de María Elorza , que está tejido con la sabiduría de la memoria y con la irrefrenable luz de la intergeneracionalidad, es un bellísimo poema sobre la capacidad de los libros, y de la lectura, para urdir mundos, para abrir puertas, para hacer posible que los horizontes se ensanchen. Las mujeres que leen, como las que escriben, no son peligrosas

LA PATERNIDAD COMO COMUNIDAD DE APRENDICES

Uno de los efectos de la paternidad es que, una especie de flashback casi imposible, te sitúas en el lugar y en la experiencia de quien te precedió. Solo en ese momento eres capaz de hacer ese ejercicio supremo de empatía que supone colocarte en lugar del otro, en este caso del padre, ese ser a quienes todavía los niños de mi generación veíamos más como el pater familias que como el hombre presente y cuidadoso. En ese curioso viaje de ida y vuelta, que es un aprendizaje sujeto siempre a interrupciones y dilemas, tomas nota de múltiples lecciones, de lo que hacer y de lo que no hacer, y en muchas ocasiones no haces sino corroborar la eterna duda que es ejercer la paternidad con un mínimo de coherencia y responsabilidad. En esa delgada línea que mantiene en equilibrio las manos que se ofrecen y las que ponen señales de prohibido el paso. Ser roca y ser bandera amarilla. Despertador y alarma. En ese proceso siempre haciéndose que supone ser un padre, a ser posible que poco tenga que ver c

#YesAllMen

  Todo lo vivido con el asunto Rubiales en nuestro país forma parte de un movimiento global que, desde hace unos años, está poniendo  el foco en cómo superamos una determinada manera de entender la sexualidad y, en general, las relaciones entre hombres y mujeres. Campañas como el #MeToo, o la generada en estas semanas en redes con el hashtag #SeAcabó, son la señal inequívoca, junto a los (in)tensos debates mantenidos en los últimos tiempos en torno a cuestiones hasta hace nada invisibles como las violencias sexuales, de que se está erosionando, ojalá de manera definitiva, un determinado entendimiento de lo que significa ser hombre y ser mujer. El propio de un sistema patriarcal que durante siglos nos ha colocado a nosotros en el eje del dominio y a ellas en el de la subordinación. Asimetría que también se trasladaba a los espacios más íntimos y privados, y en general a una concepción del mundo en el que las mujeres debían estar permanentemente disponibles para satisfacer nuestros deseo

CERRAR LOS OJOS: El mal envejecer

Últimamente pareciera que los adjetivos superlativos, esos que no dudan en calificar una película de obra maestra, se repiten con una facilidad pasmosa y como mínimo sospechosa. En esta última semana, sin ir más lejos, no he dejado de leer en medios y redes sociales que la serie de los Javis era la mejor del año, que era algo sublime, de la misma forma que me llegaban alabanzas extremas de lo nuevo de Coixet y no digamos del cuarto largo de Víctor Erice. Pareciera que esta facilidad para destilar calificativos excesivos fuera correlativa al aumento imparable, y con frecuencia insoportable, de la duración de las películas. He de confesar que nunca fui un rendido admirador del director de  Cerrar los ojos . En su momento me gustaron   El espíritu de la colmena   y, sobre todo,   El sur , aunque no sé bien si hoy las vería con el mismo entusiasmo. Me parecen buenas películas pero también pelín sobrevaloradas. Eso sí,   El sol del membrillo   me pareció soporífera. Por lo tanto, no he ido