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Mostrando entradas de mayo, 2021

LOS 70 AÑOS DE ANA BELÉN

Nunca imaginé, en aquella adolescencia de pueblo en la que descubrí     a Ana Belén, que me acompañaría a lo largo de mi vida y que llegaría un día, en otro siglo, en el que la vería cumplir 70 años. Y no retirada de los escenarios, ni huida de los focos como una diva atormentada, sino más entregada que nunca a las tablas en las que Pilar – perdón, Ana – se liberó felizmente de Zampo. Cuando me la encontré en los vinilos que había en casa de mis tíos, cantándole al hombre del piano y a un Brasil de músicas infinitas, las mujeres de 70 que yo había conocido no brillaban en lo público, ni ocupaban portadas, ni resultaban atractivas para la mayoría. Para mí, y para la sociedad de entonces, las que llegaban a esa edad tenían más que ver con las abuelas cuidadoras y resignadas, con las señoras de moño bajo y muchos silencios, con las solteronas que se habían quedado para vestir santos o con, en el mejor de los casos, mujeres solas que habían pagado un alto precio por su independencia. No ob

EL OLVIDO QUE SEREMOS: La Cecilia que no olvidaré

La lectura de E l olvido que seremos fue para mí una de esas experiencias que solo en algunas ocasiones convierten un libro en un viaje con el que yo, lector hambriento siempre, recorro geografías de mí mismo. Quizás tuvo que ver con ello que todavía tenía recientes mis dos estancias en Colombia y la revolución emocional que supuso para mí sentirme parte de un país en el que intuí que había una parte de mí que había crecido en Medellín o en Cartagena, y que en  algún momento tendría que volver a recuperarla. Como un tesoro que uno deja escondido en una caja fuerte a la espera de un momento vital en el que sea posible encontrar la combinación que la abre. Conocer la vida personal, y política, del doctor Héctor Abad, a través de los ojos enamorados de su hijo, me llevó también a una aventura relacionada con mi mismo lugar como padre y como hijo, como profesor universitario agobiado en las paredes de mi vetusta Facultad, como ser vulnerable que anda también obsesionado por la belleza. La

¿ADIÓS AL TRONISTA?

Después de 13 años en antena,  Mujeres, hombres y viceversa   llegó a su final hace unas semanas. El programa que durante años mantuvo altos niveles de audiencia y que provocó tantas críticas por la reproducción de roles y estereotipos sexistas, ha marcado toda una época en la que, mientras el feminismo iba ganando terreno y consenso social, se consolidaba una cultura pornificada, alimentada por las múltiples pantallas mediante las que hoy nos exhibimos y miramos a los otros. No es que el programa inventara el personaje que todos ahora identificamos como tronista, y que más bien responde a una larga tradición de hipermasculinidad que a lo largo del tiempo se ha encarnado en diferentes formas, pero sí que en dicho espacio se subrayaron pautas y estilos para reinventar al chulo de toda la vida. Ese hombre que se expresa a través de una determinada estética e indumentaria, reproducida a su vez por personajes tan mediáticos como     jugadores de fútbol o cantantes de moda, y que va más all

LA MADRE DE MI HIJO, EL HIJO DE MI MADRE

  “De todas las responsabilidades que asume el ser humano, la de tener hijos es, probablemente, la mayor y más decisiva. Darle a alguien la vida y hacer que esta prospere es algo que involucra al ser humano en su totalidad. En cambio, rara vez se habla de la responsabilidad de ser hijos ”. Jesús Carrasco   Hace unos días, al terminar  Llévame a casa , la hermosa y emocionante novela de  Jesús Carrasco ,  se me cogió un enorme pellizco por dentro, de esos que parecen nacerte en el estómago y van subiendo poco a poco hasta ocuparte el pecho. Al ponerme en la piel de Juan, ese hombre que, tras pasar buena parte de su vida solo pensando en su realización personal (profesional), toma conciencia de las responsabilidades que le corresponden como hijo, no pude evitar mirarme a mí mismo en el espejo del sujeto privilegiado que soy y sentirme interpelado por la novela. Una llamada que no es panfletaria, ni se vale de lo políticamente correcto, sino a la que le basta la hermosa narración de lo co