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Mostrando entradas de enero, 2023

JACINDA ARDERN Y LOS HOMBRES

Al leer los motivos con los que Jacinda Ardern ha explicado su dimisión, he recordado algunas de las conclusiones que se plantearon justo un día antes de esta noticia en el III Encuentro de Mujeres Profesionales, organizado por la Unión Profesional y celebrado en Madrid, en la sede del Consejo General de la Abogacía. En este foro, las mujeres de distintas profesiones coincidieron en subrayar el alto nivel de (auto)exigencia al que se enfrentan cada día, el escrutinio más severo que en comparación con sus colegas hombres reciben por parte de terceros y, por supuesto, las enormes dificultades que siguen encontrando para hacer compatible su vida pública con la privada. De esta manera, ponían en evidencia como la progresiva incorporación de las mujeres al estatus de ciudadanía no ha supuesto, como bien explica Almudena Hernando en su imprescindible libro “La corriente de la historia”, la consecución de sociedades más igualitarias y justas. Por el contrario, las desigualdades no han dejado

LA CONTRADICCIÓN DE LO QUE SOMOS

ZUK ZUK: El amor cuidadoso de dos hombres viejos

No es habitual que la vejez esté representada en los imaginarios colectivos con una mirada positiva. El edadismo que caracteriza al mundo contemporáneo, un mundo en el que cada vez por cierto habrá más viejos y viejas, va de la mano de una exaltación permanente de la juventud, de los cuerpos perfectos y de esos momentos de éxito y reconocimiento que solemos identificar con nuestros años "productivos". Una vez que dejamos de responder a las exigencias del homo economicus, el sistema nos arrincona. Nos expulsa a los márgenes. Como si al llegar a una determinada     edad nos convirtiéramos en una especie de ciudadanía de segunda. En los productos culturales ese momento ha aparecido retratado de manera superficial, en muchos casos como pretexto para el humor y casi siempre bajo la influencia de estereotipos absurdos (el viejo cascarrabias, la abuelita tierna).     Nos faltan sin embargo retratos de la vejez en los que las mujeres y los hombres llegados ese momento vital aparezcan

LOS PLACERES DE LA IGUALDAD

Después de un año tan (in)tenso política y jurídicamente, en el que varias disposiciones normativas relacionadas con la igualdad han generado debates que hubieran requerido pensar más despacio, como reclama Remedios Zafra, deberíamos hacer un ejercicio de autocrítica. Algo que me temo será complicado en un año electoral donde las dinámicas son las propias de quien defiende o conquista territorios. Sin embargo, no estaría mal que muy especialmente la izquierda se planteara algunas revisiones. No le iría mal, por ejemplo, leer el revelador libro del francés Michaël Foessel,   Quartier rouge,  cuyo subtítulo,   Le plaisir et la gauche,  nos da muchas claves sobre cómo deberíamos enfocar determinadas cuestiones en este siglo de incertidumbres. Su lectura, a la que llegué gracias a la recomendación de uno de mis pensadores de cabecera, Daniel Innerarity, fue una de las más reveladoras del 2022 e hizo que me interrogara, por ejemplo, sobre la manera en que, en cuanto varón antipatriarcal, in

MACHOS ALFA

Raúl, Pedro, Santi y Luis podríamos ser cualquiera de nosotros. Incluso en quienes llevamos ya una larga temporada desaprendiendo lo que desde pequeñitos nos vendieron como hombría, es fácil detectar a menudo algunas de las carencias y de los excesos de los protagonistas de   Machos alfa . Basta con tener la conciencia suficiente para situarnos delante del espejo y reconocer que esa cultura que el feminismo lleva siglos tratando de superar forma parte de nosotros. Un ejercicio de concienciación que algunos hombres vamos haciendo, sin duda menos de los deseables y también a un ritmo más lento del que nos gustaría a quienes tenemos en mente la utopía de una sociedad radicalmente democrática, y que ha sido sin duda impulsado por quienes hace ya mucho tiempo se interrogaron sobre sí mismas y sobre el lugar que ocupaban en la sociedad. Este proceso, felizmente acelerado en las últimas décadas, está poniendo patas arriba buena parte el mundo que habitamos y está poniendo el foco en cuestione

BENEDICTION. Los cuerpos vivientes y heridos

  Si hay algo que compartimos como humanos es un cuerpo frágil y vulnerable, el que se van inscribiendo heridas, vergüenzas, luchas y por supuesto gozos. Somos, en palabras de Judith Butler, cuerpos vivientes, seres carentes y en búsqueda siempre, que vamos tatuando en nuestra piel las resistencias y los saltos sin red, las caídas y los orgasmos, los encuentros y las despedidas. La dignidad, y con ella los derechos que llevamos siglos tratando de definir y sobre todo de garantizar, es como una fina membrana que cubre nuestros pies, genitales,     vientres y pechos y al fin, sí, nuestras manos. Las manos que acarician, que disparan, que escriben, que aran y que dibujan. Es en nuestros cuerpos donde la historia ha ido labrando los procesos de lucha por esa dignidad siempre en precario, muy especialmente en los cuerpos “otros”, en los disidentes, en los no normativos, en los excluidos, en los de quienes estuvieron siempre en los márgenes. Lo saben bien los cuerpos de las mujeres, pero tam