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Mostrando entradas de abril, 2021

VACUNAS: La alegría contagiosa de lo público

La alegría es contagiosa. Cuando la compartimos se multiplica, como si fuera un milagro humano, sin intervención divina, que nos reconcilia con los rostros esperanzados, con los cuerpos frágiles que nos igualan, con el baile que agita nuestra piernas cuando celebramos en comunidad.  En estas semanas, en las que empezamos a sentir lentamente que no habrá otro abril robado, me ha llegado tal vez más que nunca esa energía potenciadora de la alegría, de la que es colectiva y por tanto política, de la que nos reconcilia con el sentido ético del bien común. Y no solo porque haya sentido como un calambrazo al saber que mis padres se vacunaban, sino porque no dejado de ver en las redes sociales, ese espacio con frecuencia tan airado e incómodo, a muchas mujeres y a muchos hombres, la mayoría en esas franjas de edad que los sitúan en las afueras, compartir el entusiasmo que les generaba un simple pinchazo. Ese que para el resto, los que seguimos a la espera, es como una especie de paliativo que

UNA JOVEN PROMETEDORA: La fuerza política de la ira de las mujeres

  En esta cuarta ola feminista , que más que ola es un tsunami, hemos ido asistiendo a distintas fases de concienciación, compromiso y acción. Después del efecto global de campañas como la del #MeToo, de la progresiva conciencia social generada ante las violencias machistas y de la lenta pero no pausada ruptura de tantos silencios, tengo la sensación de que, sin que todavía estemos en condiciones de abandonar las fases previas, empezamos a detectar señales que nos indican que las mujeres dan un paso cualitativo hacia delante. Un paso que tiene que ver con el abandono del estatus de víctimas y de una cierta prudencia democrática que supone adaptarse a las reglas del juego y esperar de ellas soluciones. Un salto más bien en el que de jodidas supervivientes las empezamos a ver como lideresas de su propio destino. Del arco completo que va de su cerebro a los pies, pasando por la vagina y por el pecho. Algo que, me temo, inquieta e incluso atemoriza a tantos hombres acostumbrados a la dócil

OTRA RONDA DE HOMBRES EN CRISIS

  No soy danés, no soy profesor de instituto, no estoy casado, no me llamo Martin, pero sí que me reconozco en su mirada y en su precipicio. El protagonista de   Otra ronda , multiplicado en sus tres colegas de fratría,     es, como yo, un hombre de mediana edad, que se supone que ha conquistado el estatus que desde pequeño le inculcaron como referente y que, sin embargo, se halla perdido y desubicado. Un hombre con la brújula rota que, recién empezada la película, le pregunta a su mujer si se ha vuelto aburrido. Un hombre al que parece que le da vergüenza mostrar los pasos de baile que un día aprendió. Uno de tantos que, en este siglo del feminismo global y de la mujeres que ya no se callan, nos hallamos en el laberinto que supone ser fieles a los mandatos de género aprendidos y, al mismo tiempo, ser conscientes de que estamos gracias a ellos metidos en una jaula.   La nueva película de  Thomas Vinterberg  nos habla de muchas cosas que tiene que ver con nosotros, con los ciudadanos y

LA PANDEMIA EMOCIONAL

Después de un año de confinamientos, desescaladas y rostros ocultos, todas y todos seguimos dando vueltas en una montaña rusa que hace que incluso no nos reconozcamos. Vivir en una especie de bucle que se repite, como en aquella película del día de la marmota, ha ido empequeñeciendo nuestras miradas. Nos ha vuelto con frecuencia huraños, poco empáticos, incluso irascibles. Como si dentro de nosotros habitara un polvorín y bastara una cerilla para provocar un incendio. Los miedos y la inseguridad, y supongo que también el dolor que supone reconocer nuestra vulnerabilidad nos ha hecho presa fácil de la ira. No hace falta más que asomarse a determinadas redes sociales para comprobar cómo la chispa salta con la menor palabra. En lugar de tender puentes desde nuestras soledades nos hemos ido atrincherando.   Como ya están alertando algunas expertas, tras la crisis sanitaria, y en muchos casos de forma paralela a la social y económica que ya nos está devorando, vendrá una pandemia emocional.

MINARI: De raíces, sueños y alas.

"Porque el viaje al pasado tiene mucho de mágico, y en sus remotos y azarosos parajes habitan sin duda las sirenas, la tierra de Jauja, El Dorado, la posibilidad cierta del unicornio, y todas las maravillas que existen en lo más hondo de nuestro corazón, pero que se quedaron sin vivir". Luis Landero, El huerto de Emerson Tras un largo año de horizontes tan limitados y rostros cautivos, tras varios meses prisioneros de una realidad que nos vuelve pequeñitos como si fuéramos insectos, frágiles y desorientados, necesito más que nunca historias que me reconcilien con esos rincones de la existencia que quizás gracias a la pandemia estamos valorando más. O no, quién sabe. Esos espacios y tiempos que tienen que ver con los vínculos emocionales, con el sostén intergeneracional, con las raíces y con las alas. Con ese saber y no saber que acaba siendo la vida, escuela de aprendices en la que vamos pisando el alambre con la punta de los dedos. Como si todos y todas tuviéramos ese soplo

LOS OJOS CERRADOS: Memoria de una comunidad posible.

  Abrir los ojos es saber que nuestra fragilidad es la base ineludible de nuestra bondad y de nuestra maldad. Abrir los ojos es descubrir, al mismo tiempo, la debilidad y el crimen" Marina Garcés, 'Escuela de aprendices' Tras un año sin rostro o, peor aún, con el rostro despojado de la boca que transmite el aliento cálido de las palabras, duele especialmente leer un libro en el que hay tantos cuerpos cegados y tantos esqueletos por recomponer. La última novela de  Edurne Portela , que confirma su talentosa voz para hablarnos de las heridas que causa la violencia y de la potencia de la memoria como constructora de acueductos, nos sacude con su imaginaria historia real. La de Pueblo Chico y sus habitantes, la de tantos pueblos hoy sin quienes los habiten, las de tantas afueras a las que hemos expulsado los fantasmas y los desperdicios. Esos vive-aparte que acaban viendo más que los demás. Incluso el suspiro invisible de las bombas y los disparos. Los ojos cerrados , que no e