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Mostrando entradas de diciembre, 2021

LA COMPASIÓN COMO VIRTUD CÍVICA

Llegados a este final de 2021, cuando la pandemia lejos de desaparecer se reinventa y sigue alimentado miedos e incertidumbres, no dejo de preguntarme si efectivamente hemos aprendido alguna de las lecciones que hace ya más de un año el confinamiento puso sobre la mesa de unos Estados sociales reducidos a la mínima expresión y de unos sistemas constitucionales sin el nervio esencial de la ética ciudadana de la responsabilidad. Mi natural optimismo decae ante el avance de los discursos reaccionarios y de los odios alimentados por las redes sociales y las burbujas desde las que cada uno, reconcentrado en su ombligo, es incapaz de tender puentes. De escuchar al otro y a la otra, de conversar, de tejer el tapiz plural sin el que las democracias están condenadas a ser un mero simulacro.   En plena euforia navideña, en la que más que nunca ciframos la felicidad en la realización efectiva de nuestros deseos individuales –la tan vindicada libertad "a la madrileña" -, somos ajenos más

FUE LA MANO DE DIOS: Dolor y gloria heterosexuales

Hay en el cine de Paolo Sorrentino unas apuestas estéticas, y que al mismo tiempo son narrativas, que a mí me cautivan, por más que me sienta muy lejos de su universo y sea evidente el lastre de la mirada heteronormativa, y con frecuencia muy machista, con la que retrata a sus personajes masculinos y sobre todo femeninos. Es evidente que al director le interesan sobre todo los hombres, en muchos casos elevados a la categoría de dioses, y que las mujeres son en todo caso seres accesorios y, ante todo, portadoras de una belleza erotizada. Tal vez el hilo que mejor recorre toda su cinematografía sea el de unas masculinidades sagradas, en su apogeo o en crisis, y la concepción de las mujeres y de lo femenino como una suerte de paraíso. No es de extrañar pues que sus obras estén llenas de madres, putas, modelos, amantes, monjas o féminas que rayan la locura.  Fue la mano de Dios confirma esas apuestas y se convierte en la película menos manierista de Sorrentino. El relato autobiográfico del

EL JUEZ PIÑAR COMO SÍNTOMA

  El reciente Auto que ha negado la libertad a Juana Rivas, y que se suma una larga lista de decisiones cuestionables en un proceso que podríamos estudiar en las Facultades de Derecho como referente de lo que no se debe hacer,   nos demuestra cómo la Justicia sigue tratando con frecuencia a las mujeres   como “menores de edad” y cómo es uno de esos espacios en los que, como bien explicaba hace unos días Miguel Lorente, se activan mecanismos reactivos cuando una de ellas se atreve a desafiar la lógica patriarcal. En este sentido, deberíamos recordar que en las dos ocasiones que el Comité CEDAW ha condenado al Estado español, las Decisiones insistieron en la falta de formación de nuestros operadores jurídicos en perspectiva de género y en las consecuencias que ello tenía en la efectividad del derecho de las mujeres a acceder a la justicia. Es evidente que a estas alturas, y a pesar de los mandatos internacionales que son Derecho interno una vez ratificados por España (art. 96 CE) y herra

LA HIJA: De maternidades, deseos y violencias

Si por algo se caracteriza la que algunas compañeras llaman ya cuarta ola feminista es por haber puesto sobre la mesa cómo el patriarcado, ahora en provechosa alianza con el neoliberalismo, se inscribe, por usar una expresión de Rita Segato, en el cuerpo de las mujeres. Tal y como lo evidencian, de forma dramática, las múltiples violencias que los hombres ejercemos sobre ellas, explotando sus capacidades y prorrogando la máxima que las educó en cuanto "seres para otros". Gracias a la presión del movimiento feminista, hoy las violencias sexuales están en el centro del debate social, político y jurídico, de la misma manera que se extiende y consolida la posición abolicionista de la prostitución, en cuanto que es la mayor y más firme expresión de un régimen de poder de nosotros sobre las mujeres. De ahí que entienda que la también cada vez mayor reflexión crítica sobre las masculinidades tenga que ser principalmente política. Porque estamos hablando de un estatus de dominio, el

EL PODER DEL PERRO: La masculinidad atormentada

  Phil es uno de esos hombres que con cada gesto, con cada paso, con cada palabra, con cada actitud, parece estar queriendo dejar claro que es un hombre de verdad. Un fiel cumplidor de las expectativas de género y, por tanto, un magnífico actor de la puesta en escena que acaba siendo la masculinidad. Los mandatos de dureza y de autocontrol hacen de él un individuo en guerra contra sí mismo y, por tanto, también en parte, con los demás. El poso de sensibilidad que en él cuesta tanto trabajo adivinar, por más que tengamos el dato de su formación clásica – tal vez les hable a las reses en griego o en latín, cuentan de él para burlarse - y por más que intuyamos que su mirada puede ver lo que otros no ven, es una suerte de remolino interior que lo mantiene siempre en tensión. Ocultando y ocultándose. Armarizado en su cuerpo de cowboy que encuentra en la suciedad y en la soledad una especie de disfraz con el que protegerse de los otros. El personaje de Phil es un heredero de John Wayne atrav